Crónica Valdecaballeros 2011. El primer enduro del Lechón (I y II Parte) by Rtorres

Hace tiempo le perdimos el rastro al Lechón, apaleado y deprimido, tras diversos avatares por carreras lejanas.

Pero el Lechón no se rindió, y siguió remando.

Intensificó sus entrenos en moto.

No cejó en el gimnasio.

Probó con nuevas pandillas moteras, para no perder tanto tiempo desayunando en las salidas domingueras. Encontró algún colega poco serio que también salía entre semana.

Se cayó muchas veces. Y se volvió a levantar.

Adquirió seguridad. Aprendió trucos para las situaciones difíciles.

Se dio cuenta poco a poco de lo mucho que le quedaba por descubrir, pero ya sabéis que le Lechón es valiente. Que vence al miedo.

Y decidió probar su primer enduro.

Y el primer enduro que había era Valdecaballeros.

Y los que estuvieron allí saben que esto fue un enduro de verdad.

En lo más profundo de Extremadura.

En lo más profundo del crudo invierno.

Durante la semana de antes el Lechón ha leído con interés varias veces el reglamento, pero sigue en un mar de dudas. Sabe que tiene que poner una rueda FIM, y que le van a mirar que las luces se encienden.
La luz de freno nunca se encendió, a pesar de que era uno de los compromisos del Cholo (su amigo timador) cuando le vendió la moto. Tras cuatro días de espera con su máquina en casa de Cholo, el dichoso freno sigue sin encenderse, y además ahora tampoco se enciende el faro. Con prisas la lleva al taller de confianza. Un gasto añadido a la carrera. Por seguridad, pide que le pongan la rueda, ya que no está seguro de tener tiempo de poner la que compró por Internet.

Y si además vuelve a pinchar la cámara, estará perdido.

Ha leído que en el Enduro hay que parar en algunos sitios a que pase el tiempo. Pero no está seguro de haberlo entendido bien. No es muy ducho en las nuevas tecnologías, y ha conseguido encontrar en una web un reglamento bastante amplio, pero en inglés. No le ha quedado claro si tiene que parar en una cosa que se llama ch o pasar muy rápido.
El Cholo le ha dicho que no diga tonterías: “¿Cómo coño vas a tener que esperar en una carrera a que pase el tiempo??? Tú siempre a todo rabo, joder, que pareces nuevo”.

El viernes por la tarde noche el Lechón repasa una y otra vez el equipaje, la moto, los papeles. Le da mucho miedo que después de todo los comisarios no le dejen correr porque se le haya olvidado algo.

Ha llamado a sus pocas amistades para buscar un compañero, pero la gente está vaga, y como su filosofía de vida es avanzar siempre, ha decidido ir solo.

Solo ante un reglamento complejo.
Solo ante gente que ya se conoce.
Solo en un mundo extraño.
Solo ante el peligro.

Solo…

Quiere dormir bien y se ha despedido de su novia Margarita, que le ha dado un beso frío y distante, hace unas horas. Sigue sin aprobar esta afición que según dice ella sólo le hace sufrir y gastar dinero. Así no se van a comprar un piso nunca.

En la cena, su padre lo interroga:

– Pero a dónde vas mañana con la que está cayendo???
– A Valdecaballeros.
– Eso dónde está?
– En Extremadura.
– En Extremadura, en dónde?
– No lo sé.
– Y si no lo sabes, a qué vas.
– Joder Papá, pero llevo GPS. A una carrera.
– Y no van a anular la carrera con lo que llueve?
– Pues allí llueve más según dice el tiempo. Pero eso es bueno.
– Bueno para qué?? – el padre lo mira incrédulo – para la cosecha de patatas?? Pero tú no vas a recoger patatas, no??

Silencio

– No papá.
– Y a una carrera de qué, vas???
– A una carrera de motos.
– ¿de las del monte, esas que montáis ahora, con el hijo del Cholo?? Menudo figura el Cholo, menudas juergas nos pegábamos- el padre mira hacia el techo con la cuchara en la mano recordando buenos tiempos…

La madre da un golpe en la mesa e interrumpe la conversación:

– Ya está bien! Deja de hablar del golfo ese… y deja al niño que se divierta como quiera.
– El niño??? Pero si tiene más de 30 años!!… Nos traerás una medalla al menos, no? o una copa?? O lo que den ahí..
– Bueno, papá, con acabar la carrera me conformo.
– Acabar ¿?? Pero si no haces otra cosa que montar en la puta moto??? Digo yo que intentarás ganar, no?

Tras unos segundos de espera, el Lechón responde:

– Yo a esto no voy a ganar en la vida, papá…

El padre lo mira fijamente un rato. Luego vuelve al plato, y reflexiona, como para sí mismo…

– Hijo mío, cada día eres más tonto…

Pero nuestro querido Lechón no se desanima. Ya ha tenido que pasar por esto antes. Repasa mentalmente todo una vez más y se va a la cama a las 11:30. No sabe si mañana dormirá así que hoy lo intentará con todas sus fuerzas.

El sábado amanece plomizo, lluvioso, un día delicioso para quedarse en casa, o para compartir con Margarita entre sábanas…pero no. Hoy toca otra cosa.

Conforme se acerca a Valdecaballeros arrecia el temporal. Un rato antes piensa que la cosa quizá no se complique mucho, porque no parece que haya muchas montañas…pero en pocos kilómetros tiene la sensación de meterse en medio del Himalaya.

Va a por los papeles, con la documentación, y además una fotocopia de todo, por si acaso. Se acerca a la mesa inseguro. Le preguntan su nombre y categoría.

Dice su nombre, pero no se acuerda de la categoría.

– No me acuerdo.
– No te acuerdas??? A ver de dónde eres?
– De Bollumelloso…
– Y eso dónde está?? Es tu primera carrera chaval???

Cómo se pueden haber dado cuenta tan rápido??? Cómo??

Buf.

Por fin lo han encontrado en las listas. Le dan un sobre y un aparato naranja del tamaño de un móvil, pero no tiene números ni nada. Qué será eso???

Decide ser prudente y sólo pone los dorsales, que es lo único que sabe bien cómo va. En la cola de las motos está nervioso.

Pasará o no pasará?? Sí Lechón, al final todo el mundo pasa… Quizá si se te olvida el carnet, o el recibo del seguro, no pases, pero al final todo el mundo pasa…

Se acerca el momento. Qué nervios.

– A ver chaval, el trasponder, dónde está?
– Qué es eso??
– No me jodas, lo que te han dado ahí.

Se lo saca del bolsillo:

– Esto???
– Eso joder, pero lo tienes que poner en la moto!!
– En dónde?? Cómo se ata??
– A VER, ALGUIEN QUE LE PONGA EL TRASPONDER AL CHAVAL, QUE ES NUEVO.

Otra vez. Otra vez. Tierra trágame! Cómo saben que soy nuevo??

Un señor muy majo que se llama Guti le ayuda. Parece que él prefiere pasar el último, no sabemos muy bien por qué…

Arranca la moto. Se le cala varias veces, se le caen los papeles y el casco, le sudan las manos…

pero pasa la verificación…

Uf.

Entra al parque cerrado y…

JOOOOOOOOOOOOODER. Cuántas motos!!! Y qué bien puestas…!!
El Lechón tiene el primer arrebato de alegría. Está en carrera. Le dejan correr!

Ves Lechón, como todos pasan…

Se queda por allí observando. La gente vuelve desde las cronos, y las comentan. Se acerca prudente a algún corrillo.

Empieza a oír con preocupación opiniones como éstas:

– Difícil de cojones.
– Endureras a tope.
– Los crosseros mañana van a flipar.
– Palma todo el mundo.
– Una hora y media para andar la crono 2…

Nuestro amigo se dice a sí mismo una y otra vez: Pero qué coño hago yo aquí?? Dónde me he metido???

Qué hago yo aquí????

Dónde me he metido???

Hay un chico al que todos llaman El Piloto y le consultan cosas, como qué comer, cómo dormir, qué ponerse. Aunque tiene poco pelo, es muy apuesto y elegante, y contesta con paciencia.

Debe ser el más experto y el que más sabe de esto.

Parece que le preguntan auténticas tonterías, y le sorprende que sean relevantes estas cosas:

– Oye Piloto, mañana de azul o de rojo, de qué me visto¿??
– Oye, Piloto, es así como hay que mirar???
– Oye Piloto, esta noche me puedo tomar un botellín???
– Piloto, tú a qué hora te levantas?

Ese tío debe ser un auténtico crack. El hombre del momento. La gente se hace hasta fotos con él.

Sin duda será el campeón mañana. No cabe otra. Un tío tan mediático es el mejor, fijo.

De pronto piden silencio, y uno que se llama Púa coge un micrófono y les dice:

– El rally tiene unos tiempos holgados, así que no corráis, que se llega de sobra, que lo he marcado yo y no soy ninguna estrella.

El Piloto comenta por lo bajo:

– Ya estamos. Podemos jugar un mus en cada control. Llevaros la baraja. Esto ya no es como antes…

Después de terminar la charla le dan un papel con un auténtico jeroglífico de horas, tiempos, siglas…Y sale su número y su nombre….

Dios, qué hago con esto?? Pero qué pollas pone aquí??? Esto me lo tengo que aprender de memoria??????? Ve que los demás se lo guardan en el bolsillo casi sin mirar… nota la angustia subir desde el estómago.

Pero ya no va a hacer más el ridículo. No piensa hacer más preguntas. Mañana se sube en la moto, tira, y que se vaya todo a la mierda.

Coincide en el hotel con varios participantes y le invitan a cenar con ellos.

Está un chico al que llaman Yeti y su Padowan, Mario. Nota del autor: si todos hubiésemos tenido esta oportunidad y un maestro con tanto interés otro gallo cantaría. Yo también le di unas instrucciones a Mario, que le llevaron a acabar la carrera y veréis como a raíz de hacerme caso mejora y acabará siendo un buen endurero. Todo gracias a mí.

Otro que se llama Jorge, que no va a correr, pero que parece que sabe mucho del tema, porque todos le escuchan con atención (incluso el Piloto que también está cenando) y ha creído oír que ha ganado algún campeonato. Su hermano Gerardo, que se ha apuntado en Senior A para acabar antes y volver pronto a casa y resulta que acaban los últimos porque tienen que hacer una vuelta más.
Rubén Torpedero, muy educado y simpático.
Y Nacho, que es webmaster de una página web de motos. El Lechón se dice que es incompatible ser informático con ser endurero, así que probablemente a éste le gane…

Todos se conocen y hablan de un montón de carreras. Y cuando hablan de otros que no están, también los conocen todos. El Lechón está desubicado, pero contento de hacer amigos que sean como él. Mañana verán que no es tan malo, y lo aceptarán más aún.

En el hotel también duermen otros pilotos un poco más mayores, y todos conocen a todos. Parece que lleven toda la vida juntos. Está uno de los mecánicos más reconocidos de Europa que se llama Álex; el tío de un piloto famoso, un tal Román, que es un señor muy amable. Y varios más. No tienen mucha pinta de fajarse por el monte, pero a día de hoy el Lechón ya sabe que esta no es una disciplina deportiva en la que la apariencia demuestre la calidad… (N. del A.: frase dedicada a Castela).

Y se sorprende de que los más jóvenes se vayan a dormir, y los no tan jóvenes sean los que se van de copas sin compasión…

Nada importante que reseñar más en la noche del sábado, al nivel de lo que llevamos contado hasta ahora, que os hace levantaros de las sillas de la emoción, hasta el momento de llegar a recoger la moto al parque cerrado.

Domingo. 9:00 horas.

Ha llovido bastante, pero la mañana está agradable. Por prudencia el Lechón está listo en la puerta del parque cerrado 10 minutos antes de que salga el primer piloto.

Se sube por las paredes.

Orina varias veces.

No se logra dominar.

Tiene la boca seca.

Aún no sabe para qué coño sirven tantos números y siglas en un papel tan pequeño.

Una hora después aparece el Piloto, con una camiseta preciosa, del color de la selección italiana de fútbol, con un solo patrocinador que es “Mercado Actual enduro team”.

Pone R. Torres en la espalda.

(N. del A. con esto esperamos que quede suficientemente claro que Rtorres no es el Lechón… a pesar de todas las confusiones al respecto).

Saluda a Samuel Parra, a Alberto Hoyos, a Carlos de Gregorio, a Falco, y a su mujer Aurora que lleva otra camiseta chulísima. A Pedro, que va vestido por todos lados con un jabalí y que también tiene una web de motos. El Lechón piensa ingenuo que a este también lo gana…

Lo llaman para que coja su moto. Le dan más papeles que no sabe dónde meterse, otra vez con números y siglas incomprensibles.

Cuando se monta da un par de patadas para arrancar y casi se lo comen:

– PERO QUÉ HACES CHAVAL?? QUE AQUÍ NO SE PUEDE ARRANCAR!!! ES TU PRIMER ENDURO???

Perdón, perdón.

Ya está en primera fila. Le dicen «quince segundos». Se le acelera el pulso.

– Pueden salir.

Oh no!. Lleva la gasolina cerrada. Se le empañan las gafas. Da otras dos patadas. La moto perezosa no arranca. Se pone a sudar. El otro se va.

Oye que alguien cercano dice:

– El tiempo pasa…

Uf, uf, ya no llego, ya no llego.

Un grito atronador que sale de su espalda recorre la nave:

– SOMOS PILOTOS!!!!!!!!

Muchos lo jalean…

Aquí están todos locos. Locos como una puta cabra.

Y la moto arranca.

Y sale.

Estamos en carrera…

El Lechón sale por fin a la carretera que lleva a la primera crono, la del pueblo. Trata de alcanzar ya a su compañero de ruta, pone la moto a tope y el policía de la rotonda lo mira mal…
Pero el Lechón viene a por todas y está dispuesto a asumir riesgos.

Entra en la crono con la misma sensación que cuando fue por primera vez a la discoteca: todos me miran…
Pero no es así; ya han pasado más de 100 pilotos y no es novedad para el público ver a uno más, por malo que sea.

Se cruza con la máquina más bonita de la carrera: una Honda que parece un anuncio del Corte Inglés, con más publicidad que los de Moto GP. El tío que la lleva se llama Estresao o Estrosao, o Destrozao o algo así. Qué cosas, tú. Este también será bueno…

Bueno. Ya estamos. Trata de calmarse pero va un poco acelerado. De momento no hay dificultades; el suelo está deslizante; en la tercera curva la rueda de atrás patina y se cae aparatosamente.

Raudo se levanta y mira a los lados.

No hay nadie; no lo han visto.

Levanta la moto, y tira, más preocupado por su imagen que por los posibles daños que se haya podido causar.

Esto lo serena un poco, y decide acometer esta parte sin más riesgos. En primera y segunda.

Todo va bien.

Varios minutos sin sustos.

Tras una ligera subida y una curva ciega a derechas, el horror se muestra ante él.

Oh, no!

De dónde han traído eso?????

Pero eso qué es???

El Lechón ve ante sí el tronco más gordo que recuerda en su vida, tumbado.

Las cintas pasan por encima del tronco.

No hay salida.

De dónde coño han traído esto???? De Canadá???

Un grupo de niños está al acecho, como si fueran buitres, de las penurias de los pilotos, móviles en mano…para captar la instantánea del dolor.

El Lechón no tiene tiempo para tomar más decisiones, así que cierra los ojos, se aferra fuerte al manillar, se sienta, saca los pies y da un buen golpe de gas.

Cuando abre de nuevo los ojos la rueda de alante ha subido, está arriba.

SÍ! VAMOS! TRONCOS A MI! JA!

Da un nuevo acelerón para bajar, pero con menos decisión que el primero…

Ooooooh, no, no, no, por favor….

La rueda baja en vertical y un poco torcida.

Se clava en el suelo y el sillín lo escupe de cabeza.

Aaaahhg!

Cae en la hierba, pero todo ha sido tan lento que le ha dado tiempo a sacar las manos.

Cuando ya está en el suelo la moto viene detrás. Se escabulle como un gato, a cuatro patas, escapa y oye cómo su montura cae a plomo donde él estaba justo antes, dando una voltereta…pero él se ha salvado.

Los niños se ríen y le hacen fotos.

De nuevo raudo y jadeante, levanta la moto. Y no arranca; se debe haber mojado todo de gasolina.

Cada patada que da lo acerca más a morir de vergüenza ante el público cruel, que contempla justo el espectáculo que ha venido a ver.

Al fin sale de su pequeño infierno. Se siente agotado y no lleva ni un cuarto de hora de carrera.

Le pasan los siguientes. Ya ha perdido un minuto.

Uf! Ya no llego. Ya no llego. Joder!

Sale al asfalto y enseguida lo desvían por un camino, a una senda que va paralela a un pantano.

Ya está solo.

Ya está en el rally.

Se alegra de haber hecho caso a Jorge de Blas y no haberse puesto chubasquero. Se recocería ahí dentro si no. Suda más que en una sauna.

Pero está preparado.

Se ha preparado a conciencia para el esfuerzo físico.

Lo que no sabe es al esfuerzo físico extremo al que se va a enfrentar.

Sigue. No pares, va, va, va.

Después de un vadeo de un río le piden paso. Con educación.

Antes de que se eche a un lado, le pasa el otro por la izquierda. Ve escrito en la camiseta que se aleja R. Torres, y comprende por fin con una mezcla de admiración, envidia y rencor por qué le llaman El Piloto: aunque no sea el más rápido, su estampa en la moto es sublime, grácil y elegante.

Se pregunta a sí mismo si algún día él conseguirá fluir con la moto como ese que se aleja, y pronto vuelve a lo suyo: avanzar. Avanzar. Va, va.

Esto no es tan difícil. Minuto 20, y todo está poniéndose bajo control.

Hasta que lo hacen girar por otra senda a la izquierda, que lo lleva a las primeras trialeras.

Uy. Cuánta gente. Demasiada gente.

Mal asunto.

Sube. No para. Bien, bien. Hay un cartel: “Alternativa”. No lo duda: la alternativa es su camino; además por el sitio corto se ve a varios enganchados.

Avanza, y con avanzar está contento. Hasta que llega a un paso por un cortado.

Stop.

Qué es esto????? No jodáis.

Por ahí no paso.

El espacio es de unos 20 centímetros, con una caída vertical a la izquierda de 3 metros.

Paralizado, como un conejo al que mire una serpiente, oye lejano que le llaman por detrás…
Se gira. Es Nacho, uno de los que cenó con él ayer.

– Tranquilo – le dice – dale suave que yo te agarro.

Ve como sus brazos le sujetan. Pone 2y4t por todos lados. A ver si se acuerda luego y mira qué es eso.

Y pasa. Uf. Está a punto de la taquicardia, pero seguro que ya ha pasado lo peor.

Sube una curva en pendiente, gira, y se da cuenta de que aún no ha pasado lo peor.

Están sacando a Rtorres de debajo de la moto, y su salvador llamado Gafao le ayuda a cambiar la maneta. Pequeño tapón. El tío este está liando una buena; el Lechón aprovecha para recuperar el resuello.

Arriba hay unas 20 motos tratando de avanzar, y habrá probablemente más, más adelante, pero el humo de las cafeteras las tapa.

No queda otra. Vamos ya!

Brurrruuuuuuuummmmmmm!

Nada. Ni un palmo.

Venga otro arreón.

Brurrruuuuuuuummmmmmm!

Ni un palmo.

Buah!. Hasta aquí hemos llegado…

De pronto se ve rodeado por chavales con chalecos amarillos que le dicen: venga a la de tres! Dale!.

Y sale. Y tira. Venga, venga, venga….

Hasta que se cae. Buf.

La moto le ha pillado la pierna; sin dolor, pero no se puede mover.

Los chicos de los chalecos están abajo. La moto, las piedras y él se han hecho una masa compacta, que no se mueve ni un centímetro. Se estira para cerrar la gasolina por lo que pueda pasar… Quizá nunca pueda salir de ahí, y se muera de hambre, o de sed… cierra los ojos.

Dios, pero qué hago yo aquí?????

– Venga chaval, que te ayudo!!!

El sol lo deslumbra al abrir los ojos.

A contra luz ve la silueta de Pedro Extreme, que está sacando motos como un coloso.

El Lechón se dice que por primera vez en el día la suerte lo acompaña. Se levanta poco a poco, algo mareado por la sangre que se le ha ido a la cabeza.
Le empujan, fuerza el embrague.
Se cae otra vez.

Pero Pedro lo levante de nuevo. Le grita al oído que no se rinda:

– NO TE RINDAS. EL ENDURO ES NO RENDIRSE. VAMOS!

Le empuja. Sube y corona.

Por fin…. El Lechón esperaba ver aquí el control horario, pero no está. Debe estar cerca.
Así que tira para llegar a tiempo, a pesar de que debe ir a más de 200 pulsaciones.

La senda es terrible; no tiene mucha pendiente, pero cada piedra, cada escalón, es un reto. Es un minuto.

Al rato, nuestro pobre amigo para, se quita el casco. Se sienta y comienza a tomar aire a bocanadas ansiosas. Está a punto del desmayo…

Mira a lo lejos. Desde tan alto puede ver cantidad de cosas.

A su madre le gustaría esta vista. Se acuerda de su madre; ahora debe estar levantándose, tan acogedora…preparando el desayuno especial de los domingos.

Se siente solo.

Fuera de sitio.

Tiene ganas de llorar.

Se acongoja….

Le sale un leve puchero…Se intenta dominar; hace mucho que no lloraba.

Pobre Lechón…

No os da pena????

Un poco de pena sí, no???

Pero el Lechón es un luchador! Qué os creíais?? Que se iba a rendir?? NUNCA!

Arranca de nuevo. Al ponerse el casco lo nota empapado. Levanta la cabeza para abrocharlo y nota como una gota de sudor le cae por detrás de la oreja, baja por el cuello, por el pecho, y se pierde por la barriga.
Tan dolorido, aterrado y agotado se pregunta por qué sus sentidos se han focalizado en algo tan nimio como una gota de sudor…

Vuelve a estar en marcha. Ya no tiene ansiedad. Ahora sí que está tranquilo. Qué remedio.

Tras unos kilómetros de brega, lo llevan hacia abajo. Como no le quedan fuerzas, baja con los dos pies arrastras, lo que vuelve a multiplicar el esfuerzo. Cada vez que hace una curva, hace una bajada o sube a algún sitio, espera encontrar la carpa del control horario, pero no…
En un camino, pregunta a unos chavales:

– Oye, dónde está el control???
– EL de paso es este…
– No, no el de tiempo

El Lechón habla despacio para poder ir cogiendo aire.

– Buah, el horario???? Te queda un huevo. Pero un huevo.
– No jodas, y más trialeras???
– TODO TRIALERAS!!- los chicos se ríen, pero al Lechón ya no le importa- mira ahora bajas por ahí, y subes y sales al camino un poco más adelante.
– Oye, y no puedo tirar por el camino directo, que voy muy mal?- pregunta ingenuo.
– Si haces eso estás fuera de carrera…
– Joder, y si os doy 10 euros a cada uno, no podéis hacer la vista gorda???

Los chicos no saben si habla en serio o no, y se hacen los indignados. El mismo Lechón tampoco sabe si habla en serio o no. Castela contempla la escena desde su Husaberg y se parte de risa.

El Lechón tira hacia abajo…

Rueda confuso con el tiempo; sabe que va mal, pero no cuánto. La senda zigzaguea por la montaña, y cada vez que ve a alguien de la organización en un pequeño escalón se atasca.

Esto es interminable.

Imposible.

De pronto oye ruido por detrás, y pasa suavemente Ketemanue, que lo saluda y le da ánimos. En un instante desaparece, sin revolucionar la moto.

El Lechón para. Sacude la cabeza. Pasan otros dos. Ya lo están doblando.

Esto es imposible.

Le escuecen las manos, tiene tirones en los hombros.

Tiene sed.

Hace rato que no le queda agua.

Vamos, Lechón. Ánimo, tío…no lo dejes…

Va embotado.

No percibe claro el entorno, pero avanza.

Tras un ratito muy corto de caminos rotos, en los que por primera vez en más de una hora engrana tercera, lo meten en otra trialera, llena de público.

Buah. Joder, se les ha ido la olla.

Quién coño se ha inventado esto???

Para y mira hacia arriba. Hay varios pasos.

Todos imposibles para él.

Pero hay gente.

Así que para adelante.

Cuando llega al primer repecho complicado, se le cala la moto. Dos chicos se acercan a empujarle. Comentan que Rtorres ya ha subido, pero que ha roto. No le extraña que siempre hablen de él, con lo bien que va el condenado…

– A LA DE TRES! UNA DOS

En el dos, el Lechón se cae en seco. Sin ni siquiera acelerar.

No hay fuerzas. Lo levantan.

No es capaz de arrancar, a media pendiente, no sabe cómo ponerse. Se tiene que quitar el casco otra vez para respirar. Los chavales lo miran, y esperan.

– Tú primera carrera???
– Sí- jadea- y seguramente – jadea – la última.

NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO. ESO NO LECHÓN.

Se oye un grito que viene de arriba, que retumba:

– A LAS CARRERAS HAY QUE VENIR ENTRENADOS, QUE NO HACÉIS MÁS QUE TAPONES!!!! QUE AQUÍ NO HAY SEMÁFOROS, QUE NO TENÉIS QUE PARAR….LECHONES!!!

Luego se oyen risas. Quién será el cabrón????

Nuestro derrotado amigo piensa que se refieren a él, pero ya no le queda sangre en el cuerpo ni para ruborizarse. Ya todo le da igual.

Consigue arrancar, y sube, poco a poco pero sube…

Le pilla por sorpresa ver la carpa del CH y de la entrada a la crono 2. Se había olvidado de esto. Supone que le van a echar. Debe ser casi la hora de comer.

– El papel!
– Joder, qué papel?
– El de los tiempos. No te preocupes, que han anulado el control.
– No sé de qué papel me hablas…
– Tú primera carrera???
– Uf. Los llevo todos en este bolsillo. Alguno será.

Le da todos los papeles que le han dado hasta el momento, incluido el mapa de carrera, y la hoja con los tiempos de todos. Un kilo de papeles.

– Éste es!!!- el comisario parece contentísimo – vamos tira! Corre!

Un chico muy simpático del motoclub organizador que se llama Uge le anima:

– No te rindas!

El protagonista de nuestra historia ya no distingue colores, pero entra en la crono, y como hay tanta gente viéndola, se anima, y saca fuerzas de flaqueza, y patalea, y avanza.
Y en las bajadas se agarra al manillar y saca los pies arrastras, y se cae un par de veces, pero baja.
Y en una subida que hay mucho público, que le grita, no se atasca, y pasa. Y en un paso de un río que hay unas tablas, apunta bien, y no se cae al río.
Y en las pozas acelera mucho, y la moto no se le cala, y al final sale de la crono.

BUUUUAAAAAAAAAHH. Ahora qué???

Ya sólo pistas, por ahí, corre, que ya tienes la primera vuelta!

Podría estar con Margarita, tranquilo. Tumbado, relajado. Y está a tomar por culo, confuso, sediento, agotado.

Lleva las dos manetas rotas; gotea aceite por la tapa del embrague, según le han dicho. El manillar doblado, la palanca de freno retorcida…

Hay muchos charcos, y los pasa por en medio salpicando mucho. EL agua lo refresca, y le resulta agradable. Lo adelantan varios.

Cómo se puede ir tan rápido??

Sí, lechón, la banda va follada. Follada.

AL fin ve las carpas. Sus nuevos amigos le dicen que corra a la crono, que no pare, que le cierran el control. Ve a muchos ya cambiados; la retirada ha sido masiva.

El comisario le vuelve a pedir la tarjeta de tiempos, y él le vuelve a dar todo el cargamento de papeles.

– Uf, 43 minutos de retraso. Estás fuera.
– Y eso qué significa?
– Que hagas la crono, y te quitamos el trasponder, y si quieres das otra vuelta, pero ya fuera de carrera.
– Bueno, voy a hacer la crono, de momento…

Va empanado, y el recuerdo del tronco late y rebota en su cerebro. EL recorrido ya está muy marcado.

El tronco

El tronco

El tronco….no

Llega al tronco.

Los pequeños cabrones acechan. Conforme lo ven llegar, preparan cámaras. Este cae…

Cierra los ojos, se agarra bien fuerte, acelera, sube la rueda de adelante, y esta vez cae de lado.

CHUFFFFFF

La moto lejos. Carcajadas. Feroces carcajadas…

Ha pasado el tronco al menos.

Unos metros más…

Por fin

Ya está bien.

Va a su carpa.

Bebe un litro y medio de agua, en dos tragos. Se sienta.

Y decide no pensar.

Aún no es el momento de decidir si es o no su última carrera…

(Pulsa aquí ver el tema original del Foro de Competición)

Foto: www.gafaoextreme.com

8 Comments

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*