Después de la ceremonia del podio de salida a la que han acudido más de 300.000 porteños, los corredores del Dakar han dejado Buenos Aires para dirigirse al primer vivaque. Ahí se dará la salida de la primera especial, mañana por la mañana.
Por si necesitaban algo de motivación adicional para acabar íntegramente el recorrido que les espera, la demostración colectiva de afecto a lo largo de seis kilómetros les da a los corredores una razón más para volver a Buenos Aires. Sin embargo, de los 362 pilotos y equipos que componían la lista oficial de participantes tras las verificaciones faltaba Javier Pizzolito, primera víctima de la mala fortuna en el Dakar: la moto de este amateur argentino ha prendido fuego antes de haber dejado siquiera el parque cerrado. Los 361 participantes restantes han podido, por su parte, recargar las pilas envueltos por el clamor de la multitud, experiencia de la que algunos ya pudieron disfrutar en 2009. Se trata de sensaciones de las que nadie se cansa. Los corredores argentinos, el doble que el año pasado, se dirigían hacia el Obelisco con cierta emoción patriótica. El resto, que ha atravesado los océanos para disfrutar de este momento de comunión, apenas alcanza a entender la envergadura del fenómeno.
Llenos de energía tras la maravillosa sesión de vítores y aplausos, los vehículos del Dakar han calentado sus motores con una expedición exenta de dificultades por la Pampa argentina. Con el fin de evitar un despertar demasiado temprano, los organizadores han montado un primer vivaque en Colón, cerca del lugar de salida de la primera especial. El programa de hoy consistía por tanto en un enlace de 317 kilómetros por carretera. El presente ejercicio no conlleva ningún peligro para estos aventureros que se enfrentarán a un circuito de 9000 kilómetros, donde les esperan, entre otros, las dunas del desierto de Atacama en Chile. Pero esta noche, en Colón, dormirán ya en el campamento. El Dakar ha comenzado.