El peso de llevar el dorsal 13

Gerard Farrés empieza a creer en las supersticiones tras once días plagados de problemas mecánicos.

El piloto de Wild Wolf ha sido 86º en la undécima etapa al dañarse el colector de escape en la primera parte de la especial. Gerard Farrés no es un tipo supersticioso. Incluso llegó a decir en la presentación del equipo Wild Wolf que le gustaba el número 13 y que no le molestaba en absoluto lucirlo en el carenado de su moto en el Dakar 2013. ¿Le está pesando ese número? A la vista de los problemas que está teniendo el piloto catalán en los 11 días que lleva en esta competición, seguro que se ha hecho esa misma pregunta más de una vez.

En el transcurso de la undécima etapa, que ha terminado en 86ª posición, Farrés ha vuelto a tener la negra: cuando llevaba 47 kilómetros recorridos de la especial ha golpeado por abajo el colector de escape y su moto ha perdido todo el brío. “No tenía fuerza para nada. La moto no iba y he tenido que pararme otra día más a hacer bricolaje”, se resignaba el piloto. “He tenido que desmontar el colector y al final he decidido seguir sin el escape ni el silencioso”.

En la operación, Farrés nuevamente ha enterrado una hora, lo que ha arruinado una etapa en la que esperaba hacerlo muy bien: “Hoy era uno de esos días en los que esperas conseguir un buen resultado, y de hecho iba por el buen camino, pero otra vez, jarro de agua fría”.

Preguntado por su suerte, el piloto de Wild Wolf ha reconocido que empieza a creer en el mal fario: “Yo no era supersticioso, pero esto del dorsal 13 empieza a mosquearme. No puede ser que todos los días nos pase algo. No es normal. Parece como si alguien quisiera acabar con nosotros, pero en el equipo somos muy tozudos y que nadie lo dude, llegaré a Santiago de Chile, seguro”.

 

De hecho, los problemas para el de Manlleu empezaron muy pronto cuando en la segunda etapa se rompió el motor de su Honda. Más adelante fue la bomba de la gasolina la que le causó quebraderos de cabeza, luego la autonomía de su moto le obligó a pedir combustible en más de una ocasión en mitad de la pista, y esta vez el golpe en el colector.

 

“Me he preguntado si valía la pena seguir peleando y sufriendo cada día con tantos problemas, pero me he respondido a mí mismo que sí porque el equipo Wild Wolf ha hecho un esfuerzo enorme, al igual que el mecánico, que todos los días pasa un montón de horas trabajando. Nos merecemos llegar a la meta y lo intentaremos todo para conseguirlo”.

 

El piloto de Wild Wolf tendrá otra prueba de fuego con la duodécima etapa, entre Fiambalá y Copiapó, con pasos a mucha altitud y un recorrido total de 715 kilómetros.

 

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