CRONICA II RAID-ENDURO MONDOÑEDO By Correca

Una vez mas paso a relatar a vuesas mercedes lo acontecido en pasadas fechas, en el año 10 del siglo XXI, por el quinto mes y en época del resurgir con todo su esplendor la madre naturaleza.

Nuevamente mi querido Sancho Pipol y yo iniciamos una de nuestras andanzas por lo ancho y largo de nuestra amada tierra, buscando honra, valor y aventura, como nuestro mentor y ejemplo, Amadis de Gaula, en aquellas historias de Caballerías, antiguas pero a la vez actuales, donde se mezclaba la realidad con la ficción, en la defensa de princesas y plebeyas, pues nuestra ansia de nuevas experiencias y la conquista de inéditas tierras no tiene fin, y así queremos vivir nuestras vidas, disfrutando y batallando con cuantos rufianes, gigantes o molinos de viento osen en cruzarse en nuestro camino, aunque eso suponga a veces salir mal herido y, quizás, perder la vida en ello.

Partimos con nuestros corceles de nuestra querida Mancha, repletos de duelos y quebrantos en las alforjas, esmeradamente elaborados por mi ama y señora, Aldonza Marcela que yo llamo mi Dulcinea de los mares de Magallanes.

Llego me a tierras de Galicia, a la antigua capital de su reino, allí donde la Reina Doña Urraca traslada la sede Episcopal de San Martiño de Mondoñedo a Vilamaior do Val de Brea y que Alfonso VII le concede la categoría de ciudad, y llamase ahora MONDOÑEDO, núcleo de la comarca de la Marina Central en la provincia de Lugo, donde el mariscal Pardo de Cela perdió algo más que el pelo que llevaba encima sus hombros, acusado de traición, sin que sus más allegados no pudieran evitarlo, indulto en mano, detenidos en el puente del Pasatiempo sobre el rio Valiñadares.

El obispo Martiño construyó su preciosa Catedral que contempla impertérrito el escritor Don Álvaro Cunqueiro, siendo paso obligado del Camino de Santiago en su vertiente del Norte llegando desde Ribadeo. Ciudad llena de encanto y de grandes edificios, como pueden ser El Santuario de los Remedios, el Hospital de San Pablo, el Monasterio de Alcántara o el Convento de la Concepción. Entre los que más destaca y el más notable de la villa, el Seminario de Santa Catalina, colegio cabeza del obispado, tal y como se conocían en Trento, siendo éste uno de los tres primeros construidos en España. Y allí nos postramos en nuestros aposentos mi fiel Sancho y el que les relata, para poder meditar sobre nuestras fazañas, pidiendo la ayuda al Santísimo, donde tantos y tantos cultivaron su mente y el espíritu consagrándose al Señor. Entre ellos, Frai Antonio de Guevara, obispo de Mondoñedo, al que habría que preguntarle por Lamia, Laida y Flora, aunque siendo castos caballeros como somos, no sería de nuestra nobleza semejante cuestión.

El día se tornaba nublado y lloviznoso e inclusive con zonas de espesa niebla, de esos de ir a buscar Meigas Feiticeiras para curar con sus rescritos, ensalmos y conjuros algún mal de ojo u cualquier otro mal traído de Oriente, pero habíamos porteado nuestro Bálsamo de Fierabrás que nos curaría de todos los males. Recordó me en un anterior lance por tierras de Burgos las de Cernégula.

Prestos nos dispusimos a pertrecharnos una vez más con nuestros ropajes y avíos de montería, protegidos con nuestras armaduras y yelmos, para preservarnos de cualquier posible envite de nuestros enemigos.

El camino era digno de la mejor de cualquiera de las aventuras anteriormente vividas. Empezaba en una calleja estrecha, que a la par sería parte de la crono, cerrada y embarrada hasta cubrir los cascos de nuestras monturas con unas roderas profundas y fangosas que a mas de uno le costaría un buen revolcón. Un paso entre unas piedras que se complicaba con el pasar de los caballeros, llenándose de barro y comprometiendo el agarre, siendo por la derecha la mejor opción. Éste sería uno de los pasos a tener en cuenta para quitarte de en medio a algún bellaco. Continuo se sinuosa la calleja con unos buenos escalones de piedra en una zona abierta, donde en la crono perdí la verticalidad, regalando unos preciosos segundos a mis rivales, aunque al final conseguí un honroso puesto en la tercera fila para la salida del día siguiente junto con el caballero Petardil Toxo.

El trazado seguía por una senda entre bosques de robles y sauces, preciosa, muy embarrada y en la que había que tener mucho tacto con el freno delantero, pues el exceso de mordiente podría dar con tus huesos en el suelo. Obligo me a ir siempre de pie sobre las estriberas, pues el continuo zigzagueo de la ruta, los cambios de ritmo y de pendiente exigía la máxima atención, teniendo que repartir los pesos continuamente.

Después de un receso, por un camino de carretas, subíamos al punto mas alto de todo el valle, primero por una senda muy bonita que se iba ensanchando, pasando por un hueco hecho en la foresta para albergar unos gigantes metálicos, que no pareciesen peligrosos, pero si en pose amenazante, siguiendo por un camino ancho y roto hasta coronar, con unas vistas fermosas de la comarca, la cuales yo miraba de reojo al tener el mal de alturas.

Ahora el paisaje era muy diferente, no había bosque, ni pinos, ni castaños, ni eucaliptos, ni tilos, ni álamos o madroños, simplemente un tupido manto de yerba y unos matorrales, con gruesas ramas, que te quitaban del estribo si osabas acercarte a ellos. Al ir bajando la cosa se complicaba, pues el barro y la pendiente no permitía someter al corcel y te encontrabas en el suelo a nada que te despistases con las riendas, pero las vistas eran increíbles y el verde gallego te penetraba hasta lo más profundo de la retina.

Llego se el primer control, donde amables mozalbetes, con los cachetes colorados, bien por el frío, bien por su condición de bien alimentado en el hogar, verificaban el paso por sus dominios. Ahora empezaba una bajada vertiginosa de nuevo hacia el valle, por senda casi virgen y multitud de lindes de ganado, hasta llegar de nuevo al bosque. Otra vez por sendas estrechas y muy divertidas, estaba redescubriendo el paraíso gallego.

Hete aquí que después de seguir un camino de montaña de los de apretar al rocín, el mundo de repente se acababa bajo tus pies, pues un descomunal cortafuegos se abría ante tus ojos. ¡¡¡Voto a Bríos!!!, aquello al menos era para pensárselo, ya que en ese mismo sitio nuestro cronista Don Rafael de Torres Peladas, tuvo la desdicha de bajarlo involuntariamente a velocidades de vértigo, dado que no había comprobado que había perdido el tacto de sus riendas, desbocándosele el corcel y rodando por el suelo sin remisión. Quedaría tocado pero no eximido para la batalla del día siguiente.

Al final, otro control de paso, para comprobar si aún seguías entero después de semejante trance, para seguir por una calleja entre lindes preciosa, con escalones de piedra, fangos atrapa incautos, zanjas y roderas profundas como bocas de reptil. Una senda a media ladera nos iba demarcando el final, para luego seguir bajando hasta la carretera, donde terminaba la crono, pues ésta se enlazaba con el principio del recorrido. Ahora tocaba bajar de nuevo entre dos grandes peñascos, donde mi amigo Santiago esperaba a su vástago por si necesitara de sus atenciones, para seguir bajando por otro cortafuegos.

Ahora el itinerario cambiaba bastante entornándose mas rápido pero a la par peligroso. El camino se ensanchaba y era de los de apretar espuelas, exigiéndole al rocín lo mejor de su nobleza y carácter. Algún paso bajo palo, algún otro puente sobre un caudaloso riachuelo, alguna raíz al final del camino, pero nada que impidiese proseguir la senda marcada.

De nuevo comenzábamos a subir, ahora por bosques hechos cenizas y vueltos a resurgir, pues la naturaleza en Galicia es tan imparable como inconmensurable, hasta una zona donde reconocí a esos gigantes, esos de grandes aspas que ya me habían desafiado en otros lares y que vencí, pero hoy no iba a retarlos pues la batalla sería otra. Una profunda y negra charca en medio del camino dificultaba nuestro paso y que a mas de uno engulló, quejándose de su mala suerte harto de tantas desdichas. Después de una rota bajada con escalones que recordó me a una llamada el Boquerón, llego me al tercer control.

Ahora unas leguas de rápidos caminos, de esos de ir entrenando para otras aventuras. Ahí sacaba todo el jugo a la alemana. Cruzadas larguísimas, apuradas de frenada increíbles y mucha mucha velocidad.

En el sotobosque por unas sendas sinuosas, la de los tres saltos, el camino viejo, etc… y de nuevo mas callejas, con barro, mucho barro, de esos de disfrutar cual vil lechón rebozándote, siempre divertidas, con peraltes, apoyos, en fin, de autentico y genuino enduro del bueno, y es que mi querido y simpático amigo Maese Mauro sabe bien como hacer que lo pasemos en grande. Paso me por una zona de pinos que en momentos me trasladó me a mi querido camino del Ingeniero tantas y tantas veces por mi recorrido, además una subida rota con escalón salvando un pino. Paso se el cuarto control.

Ya estábamos cerca del final, pero antes pasaríamos por una de las zonas mas bonitas de todo el recorrido, un camino en bajada, con curvas peraltadas que permitían grandes apoyos y la sensación era como bajar por un tubo, de lado a lado, curva tras curva, de pié, apoyándote fuertemente en los estribos, del lado contrario al del peralte, divertidísimo. Por último nos esperaba el último cortafuegos en subida, en tres tramos pero sin grandes dificultades, hasta llegar a la zona de avituallamiento. Un total de 55 km por vuelta.

El sábado dimos dos vueltas como es costumbre, una de reconocimiento y otra a ritmo de carrera para ver realmente las dificultades, midiendo tiempos y, lo mejor, aprovechando el fin de semana lo más posible.

El domingo amanecía menos cargado, sin apenas amenazas de lluvia, como así fue, un día semi-nublado ideal para hacer enduro. La salida de diez en diez, pero en dos grupos de cinco, pues la calleja inicial no permitía aglomeraciones. Tomo me lo con tranquilidad, saliendo el último de mi grupo, pues los primeros metros de barro solo podrían traerte las gafas sucias y algún enganchón, esperaba a llegar a los primeros escalones, como así fue. Allí mismo pasé a cuatro, enredados en salir. Seguía la ruta a mi ritmo, un poco lento inicialmente, todo sea dicho, pues soy como los percherones, su ritmo es lento, constante y seguro, pero incansables, además que me cuesta calentar y normalmente la primera vuelta la hago más despacio. Excepto un revolcón en la bajada del cortafuegos para asegurar entrar bien en una de las salidas, no hubo ninguna otra mordida de polvo. La segunda vuelta, con un poco mas de ritmo pero no mucho mas, pues notaba cierto cansancio del día anterior. Tomo me nota de las trampas que se iban haciendo en el recorrido, pues lo que antes era una rodera ahora era un obstáculo en el que te podrías enganchar. La tercera vuelta fue a placer, sin obstáculos, sin a penas gente, disfrutando del entorno, la ruta y con algún pique que otro con algún participante sanamente resuelto, dándole al recorrido la sal y la pimienta. Al final 29 scrach y 2º de Veteranos B y la sonrisa en la cara por lo divertido del fin de semana.

Ahora hemos vuelto al hogar, a la rutina de siempre, mis escritos, mis prebendas, con mi Ama cuidando mis heridas y recogiendo fuerzas para una nueva batalla allá por tierras de Cuenca, pero esa será otra historia…

Correcaminos

Mis respetos Caballero.. es increible tu fortaleza y da sana envidia verte salir a la ultima vuelta apretando tu BMW...

La Cronica es una pasada.... y veo que pasas por sitios en los que otros tenemos que pensar o nos enganchamos por ir cortos de gas... :shock: :shock:

Nos vemos!!!

Hola!! muy buena la cronica!!!

Yo tambien salia en la tercera tanda y me pasaste en los escalones del principio :? mientras busacaba un hueco para pasar entre el atasco, pero al final de la vuelta te lo devolvi en la ultima trialera :D donde te quedaste un poco enganchado, y a partir de ahi mi objetivo era acabar delante tuyo porque sabia que eres de los que van rapido :!: y lo consegui :!: noveno en 2t y 21 en scratch :D

Saludoss!!

Buen uso le has dado a las SIDI eh! me alegro de que estes contento, la crónica realmente excelente, y unas fotos que valen mas que mil palabras a muchos provocas envidia! esa es la Bmw que me dijite no? que bien te lo montas!

impresionantes hazañas,estimado compañero Correca