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POLIENTES O LA ULTIMA AVENTURA By Correca

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En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…

Comenzó así esta andadura, empezaron así los retos y así se inicia el último de los relatos que este caballero les narra, con mas o menos verborrea, sobre la prueba con la que finaliza la X Copa IV Estaciones.

Esta última cita era en Valderredible o en latín “Val de ripa Hibre” o Valle de la rivera del Ebro, en el término municipal de Polientes, siendo el municipio más extenso de la Comunidad Cántabra. Cargado de arte Románico, quizás la mayor concentración del Norte de España. A la orilla del rio más caudaloso de nuestra Patria, el segundo más largo y el primero que nace y desemboca enteramente en España, la cual atraviesa de Noroeste a suroeste.

Hete aquí que nos personamos el viernes noche los compañeros de viaje y andanzas, Don Alfredo de Motolines y el que suscribe, en el hogar de Maese Jesús Obregón, conocido por estos lares como “Chus Virtus”. Recibió me como siempre, con los brazos abiertos, y como si fuese nuestra la hacienda. Lugar de obligado peregrinaje anual, no solo por su especial trato y por sus increíbles viandas, preparadas con esmero por su hermana Pilaruca, llamada la Diosa de los Puerros a la Mostaza, sino también recomendable por sus expediciones entre las provincias de Burgos y Cantabria, de las cuales nadie podrá quedar insatisfecho.

El grupo era grueso y nutrido. Allí estaban una serie de impresentables cortesanos, dado que todos servimos al mismo Rey, aunque a mas de uno nos pese, Santi Pipolanza, Juan Piripi, Rafa Torres y un nuevo espécimen para el grupo, Jorge Lenguafina.

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La fiesta ya había comenzado antes de mi llegada y se encontraban escanciando caldos y llenando la andorga, es decir, calentando el ambiente. Después de una copiosa cena, llena de suculentas vituallas, dignas de un Marajá de Persia, y dado que la tensión del viaje nos impedía dirigirnos a nuestros aposentos, decidimos conocer un poco más la aldea y sus alrededores. Juan Piripi había se ya conjugado con un hombre autóctono que fuese la gaceta de la zona, localizando el punto del interés en su GPS.

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Después de muchas leguas recorridas, de preguntar a una pareja de aldeanos que bien conocían el lugar, retomar varias veces el mismo sendero, tanto en un sentido como en otro, arribamos a una hacienda que más bien pareciese la Casa del Terror y con un nombre que le venía al pelo, que era algo así como desagüe de Catedral. Después de incesantes risas, éstas se convirtieron en silencio.

Al atravesar el umbral de la puerta, un frio y estremecedor escalofrío recorrió me todo mi cuerpo, aquella visión era espeluznante. El interior no era más agradable, sino todo lo contrario, desde fuera ya se vaticinaba lo que se encontraría dentro. La fauna era terrorífica y uno no sabía si protegerse las espaldas contra el muro antes de asir el brebaje que ofrecía la posadera de detrás de la barra, que mas pareciese prima de Igor o cuñada de Chuki. Por allí deambulaban personajes de todo tipo, orangutanes traídos de las entrañas de África, familiares de Drácula con cara de mala uva y dispuestos a chuparte la sangre, la mismísima niña del Exorcista con un mal día, entremezclados con memos con cara de perdidos.

Raudos tomamos nuestros brebajes pensado en que tipo de cueva nos habíamos dejado caer, con miradas cómplices de a ver quien era el guapo que primero salía de aquella encrucijada. Al final las cañas se tornaron en pintas, las pintas en barriles, los barriles en toneles y la noche en los albores del día. Algunos caímos embrujados por algún hechizo producto seguro de conjuros y maleficios. Desde entonces la leyenda negra de Maese Juan Piripi que pasó a ser Maese Juan Piripi del dedo Untado y a mi me entra el ritmo de la Samba cada vez que me acuerdo.

Con canticos de guerra y malsonantes sílabas, pues el brebaje no dejaba modular bien las palabras, volvimos al hogar de Maese Virtus, mas perjudicados que vencidos y ya con el pensamiento del recorrido que nos esperaba en pocas horas.

Las luces del día apareciesen molestas por las rendijas de la ventana, ya había amanecido y teníamos que emprender la marcha. Un buen desayuno nos esperaba con el padre de Chus, el cual nos sirvió para enderezar el cuerpo y aclarar la mente.

Llego me al precioso valle del Ebro. Las vistas eran increíbles y presagiaban una jornada interesante. Después de recoger nuestras credenciales, proteger nuestros cuerpos con las armaduras y corazas, con nuestros yelmos la cabeza, prestos, partimos con nuestros rocines a la sin par nueva aventura.

Ahora encontró me donde quería estar y lo que había venido a hacer. El camino comenzaba en la crono, nos metimos sin más, a nuestra suerte. Por un cortafuegos rápido, con rasantes y curvas con peralte de las de apoyarte y dar buen gas. En una curva nos metíamos en el soto bosque, después de un salto. Ahora discurría por una senda estrecha y virada entre árboles y matojos, con diferentes cortes y alguna rampa sin ningún problema. Antes de salir de nuevo a un camino mas ancho, se pasa por una zona relativamente complicada, en la que solo había un par de raíces en una subida que había que elegir bien por donde subir.

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De nuevo por un camino rápido y polvoriento, pues el día estaba caluroso y seco. Para luego seguir por una senda que nos llevaría hasta la famosa V. Sin ninguna dificultad subimos hasta la cima, observando como nuestros compañeros sorteaban de mejor o peor forma lo caprichoso de la orografía. Algún miembro de la expedición, y dado que había una hermosa doncella en lo alto del risco, quiso presumir de sus artes realizando de nuevo una vertiginosa subida, engancho se, quedando a los pies de los caballos, mostrándose torpe ante la hermosa dama.

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Discurríamos entre bosque y encina, entre camino y senda, subiendo y bajando, alternando se para hacer mas entretenido el camino. Llegamos a una zona cerrada de bosque, subiendo hacia los riscos, desde nos dominaban de nuevo unos gigantes de esos conocidos. La senda estaba embarrada y en momentos se hacía entretenida, con algún paso que a la postre se complicaría de tanto paso de las caballerías.

Desde arriba la vista era impresionante, viendo como el Ebro había dejado su huella prehistórica, horadando en la tierra y en la roca un valle increíble y pensando lo que pudiese haber sido en la época del deshielo. Bordeando el valle seguíamos ruta, hasta que comenzada la bajada encontramos una zona embarrada que dificultaba mucho el descenso dado que estaba llena de barro y mas de uno deslizó su tullido cuerpo por aquellas laderas.

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Continuamos bajando por caminos abiertos hasta llegar a unas pozas de barro, que a más de uno nos costó sortear, pues eran trampas mortales de necesidad, no dejando alternativa posible. Seguíamos descendiendo hacia el valle, por sendas sinuosas o por caminos. Después de una bajada pronunciada, encontrábamos otra poza, esta vez llena de agua que no dejaba ver cual podría ser la mejor opción, por lo que la suerte estaba echada, o bien, argucia de endurero experimentado, esperar a que otro pase e ir descartando posibilidades.

De nuevo el camino se alternaba con zonas rápidas y sendas, con un par de pozas mas, que una de ellas sería anulada, llegando a otro cortafuegos que nos llevaba a una senda en zona boscosa de pinos desembocando en una camino que nos llevaría al control de la asistencia.

Una vez recorrida la vuelta de rigor, el que suscribe, iba esperando a cada uno de los caballeros para darle el bautizo de fuego en el rio Ebro. Alguno se resistía más que otro, pero al final se agradecía el baño, pues la temperatura acompañaba. Después de reponer fuerzas con la viandas de Doña Marcela de Magallanes, preparamos las monturas para el día siguiente, asegurándome que la del Pipolanza estuviese bien repleta de gasolina y así limitar las posibilidades de abandono, ya que en él costumbre los despistes con el liquido elemento motoril.

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Esperamos para ver nuestro turno de salida en el día siguiente, retornado al hogar de Maese Chus, ducha, de nuevo copiosa cena y al catre para poder descansar y estar lo mas frescos al día siguiente. Con ruidosas tormentas nos dormimos que provocaron sonrisas en nuestras caras pensando en lo bien que le iba a venir al terreno una buena ducha.

Amaneció fresco y húmedo, el terreno en perfectas condiciones. Al final sexta línea, otra vez junto a mi compañero René. Veo a muchos de los Petardos en la parrilla, casi todos delante, lo que me llena de satisfacción y me enorgullece, inclusive uno en primera línea, aunque me apuntan que puede haber sido un error, dado que los tiempos se han tomado sin décimas de segundo, por lo que hay muchos en el mismo tiempo. Pero pienso que eso es lo de menos y dada la escasa dificultad de la ruta, los tiempos va a estar muy juntos.

Después de unas palabras y un recuerdo a la familia Sainz, salen las primeras filas y se acerca mi momento. Siempre parece que no estoy nervioso, pero mi síntoma es que no paro de hablar e inclusive de bromear, pero es fruto de la tensión, pues a todos nos pasa. Grácilmente bailando me dirijo a mi montura, y el caso que con la tontería no lo hago mal, entrando en la primera curva entre los cinco primeros.

El terreno está perfecto, la mañana fresca y vamos a disfrutar de darle al mango. Nos vamos estirando y mantengo la posición hasta que llegamos a la V y torpemente voy y me engancho de la forma mas tonta, pues al iniciar la subida me descoloca la moto unas piedras teniendo que cortar y subo sin inercia, menos mal que sobran manos para terminar de subirme.

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Termino mi primera vuelta sin mas incidentes que un revolcón en la bajada del barro por listo y querer hacerlo por donde los pro, pero aprendo rápido y las próximas pasadas aseguro. No me engancho en ninguna poza. Después de reponer fuerzas, alimento para la borrica y un poco de bebida para mí, comienzo la segunda vuelta. Ahora más suelto, siempre me pasa lo mismo, la primera vuelta voy como agarrotado y luego me relajo y voy más cómodo.

Sigo sin más novedades hasta que me encuentro en el bosque húmedo a Juan Piripi y a Lueguafina, les bailo una samba, ya sabéis….. ¡¡¡ BRASILLLLL, TARARARAAAA, TARARARAAAA, TARARAAAA, BRASIL…!!! y sigo mi carrerita tan contento. A mitad de recorrido alcanzo mi objetivo que no es otro que a mi buen amigo Alberto Hoyosalcuadrado, dado que estamos juntos en la Copa y así debemos de acabar, él había salido una o dos filas delante de mí, por lo que eran unos 6 minutos de ventaja y ya lo tenía en mi target. Ahora me dedicaría a mantener mi posición.

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La tercera vuelta sin prisa pero sin pausa, cometiendo un par de errores al pasar unas pozas, dado que estaban ya impracticables y llenas de pobres endureros atascados. En la última, y con escasas fuerzas, sacaba la moto a empujones con el pecho al manillar, como una mala bestia. Terminé mis tres vueltas satisfecho por lo disfrutado y con la moto entera, cosa que en una Gus Gus es todo un triunfo.

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Vuelta al hogar con nueva historias que contar y con un fin de semana en el que lo hemos pasado genial.

Esta última aventura no puede terminar así, sin más y reflexiono de la siguiente manera…

Erase una vez un caballero andante, de torneada figura, amante de aventuras y desventuras, de los de yelmo en la testa, armadura compuesta y el alma dispuesta. Hete aquí yo, con mi rocín, recorriendo lo largo y ancho del reino de nuestro Señor, buscando nuevas gestas y fazañas, encontrando aquellas y no satisfecho, rondando otras más. Pareciese que nunca encontrase aquella que fuese suficientemente audaz, temible, sagaz, horrible o pertinaz, que satisficiese mi constante apetito de nuevas glorias. Esa ansia en busca del honor y la gloria, ha hecho que perdió se el real sentido de las cosas.

Ahora, delante de este pergamino, blandiendo mi pluma de ganso humedecida con tintes de la Bretaña, cansando ya de tantas y tantas batallas, con el cuerpo molido y lleno de señales de conquistas y triunfos, de derrotas y fracasos; recapacito y no veo claramente cual era mi objetivo, como si lo hubiese perdido durante alguna dura batalla.

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Después de tantas leguas, lejos de mi queridísima Aldonza Marcela de los mares de Magallanes, de días perdidos y de otros disfrutados; me pregunto cual era el fin, si realmente ha merecido la pena, y concluyo, sin duda, que si, ha merecido la pena. No por las conquistas, no por los ducados y prebendas, no por las doncellas mancilladas, ni si quiera por las increíbles aventuras vividas, todo eso carece de valor sino fuese por la esencia real e inigualable de haberlo podido compartir con mis iguales, mis compañeros de armas. Mi fiel y querido compañero Maese Santito Pipolanza que me ha aguantado mi insufrible carácter, el caballero Sir Quiquin Tubito de Los Escoriales, el noble entre los nobles, Sir Peter de Apachurrin, nuestro querido Juan Piripi del dedo Untado, el caballero de serio semblante Alfredo de los Motolines, como no, mi 5º de Petardería, etc… Que hubiese sido de mí sin poder compartir con ellos esas increíbles aventuras.

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Desde el barro de Villablino, Cernégula y sus Brujas, pasando por Mondoñedo y sus beatos Obispos, en las increíbles Sierras de Gata o bajo la presión de las tierras de Tarraco en Gaia y como colofón en el increíble valle de Polientes, en tierras de mi amada Cantabria, cerca de mi Santina y de donde Don Pelayo inició la Reconquista de nuestra España. Nada de todo esto hubiese merecido la pena sin ellos.

Ahora, desde la seguridad del hogar, repliego mis roídas prendas, mi oxidada y mal oliente armadura para tomar mi vida desde otra perspectiva, pero esa será otra historia.

Antonio Martos Guerra ó el Hidalgo de torneada figura Don Quixote Correcaminos de la Mancha y Seseñas.

P.D. A Ignacio Sainz “Pan” y Mauro.

Quizás nada hubiese sido igual, seguramente no estaría escribiendo estas líneas, pero con rotundidad digo que forman parte de la esencia por lo que amo la moto de campo. Gracias a ellos he de decir que son mis mejores recuerdos de aventuras encima de una de dos ruedas. Desde aquella Merindades de 1995 donde les conocí, la familia Pan, Ignacio, Mauro y nuestra querida Nani, han hecho de mi vida otra y eso les quería agradecer desde el fondo de mi corazón, GRACIAS por vuestra ilusión, por vuestro tiempo y por vuestra vida dedicada a hacernos felices a los demás, y con ganas digo ¡!! QUE NO NOS QUITEN LAS PILAS ¡!!

Aquí mi recuerdo a vosotros con mi cariño y afecto, y os acompaño en vuestra pérdida.

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Supongo que este post se va a convertir inmediatamente en un catálogo de adjetivos calificativos (positivos, evidentemente) hacia tus sabias y meditadas palabras, por tanto, voy a limitarme a mandarte un fuerte abrazo Antonio. Gran persona.

Espero que podamos coincidir de nuevo más pronto que tarde.

Saludos.

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Muchisimas gracias Correca¡¡¡¡¡, vaya forma de alegrarnos los dias con tus aventuras.....pero ya en esta te has superado...

Y desde aqui quiero enviarles un abrazo MUY FUERTE A IGNACIO Y A MAURO y a TODA LA FAMILIA DE MERINDADES¡¡¡¡

JUAN-ITO & FAMILY TEAM

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ha estado muy chula correka. Gracias por los que no estuvimos hemos disfrutado de vuestros interesantes relatos, tanto el tuyo como el de rafa. Gracias!!

será penúltima, no?? merindades?

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Maese Correca, Rafael de las Torres Peladas ha reído y llorado con tu crónica.

Has desatado mis emociones más profundas.

Magistral. Sublime.

Te doy las gracias.

Aún reponiéndome de Gordexola. Muchas gracias Rafa. Te mando un abrazo.

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:lol: :lol: :lol:

Correca y R-Torres.

Gracias por vuestras cronicas,

Estoy deseando recuperarme para coincidir con vosotros y agarecer vuetras cronicas con unas cervecitas.

Saludoss y gracias.

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Aún reponiéndome de Gordexola. Muchas gracias Rafa. Te mando un abrazo.

Ya me han dicho que el sábado lo pasaste duro...

Pero que el domingo saliste a la carrera otra vez. Eres inigualable. Me acordé de vosotros todo el fin de semana.

Un abrazo fuerte, que tú recuperas pronto, como buen guerrero medieval que eres.

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Las fotos retro son una pasada... la del rio es buenisima... la cronica genial.... solo puedo decir que ha sido un placer coincidir y compartir contigo estas carreras,

Muchisimas gracias!!!!

Un abrazo a toda la familia de Ignacio y Mauro.

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