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Enduro Ocaña 2014 Saza Team. ¿A qué hemos venido aquí?

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En la carrera de Campillos en el primer control me salté una señal y penalicé 3 minutos.

Me concentré a tope y me puse detrás de De la Hoz, a un metro, con la intención de seguirle o morir. En un paso entre dos piedras golpeé la cadena y se me enredó en el piñón, lo que comúnmente se llama un “buruño”.

Mi mundo se derrumbó.

Mi apuesta era acabar esa carrera y rozar el podio madrileño de mi categoría. De hecho acabaron tres.

Ya sabéis, meterse en Campillos y acabar requiere una preparación técnica de años, y física de meses. Tenerlo todo muy claro.

Y ahí estaba yo, en un cañón estrecho, mirando la cadena y maldiciendo, dejando correr por mi mente furiosa todas esas imágenes que me habían llevado hasta allí, desde las primeras salidas en modo pánico con Galápago, Samuel Jeep, El Hispano o Palos hace años, tirándome por las bajadas temblando como me exigía Perea, leyendo el rincón de Buds... hasta la selección de un mousse gastado y una rueda puesta con mucho cariño por mí mismo dos días atrás.

Cuando pasaron los primeros arrebatos de furia y unos cuantos pilotos por mi lado, comencé a asumir que el problema podía ser más grave que perder el podio. La cadena no se movía ni un milímetro, y estaba remachada. Para sacar de allí la moto iba a necesitar un helicóptero. La furia fue dando paso a la tristeza más profunda, y después a la desesperación.

Entonces paró Saza. Apoyó su KTM en la montaña y se acercó a ayudarme. Ooooh!! Su aparición fue como la de un ángel. Últimamente los ángeles comen bien…

- Súbete en la cadena – me decía- aprieta fuerte.

Tras varios saltos de uno y de otro sobre la cadena, aquello seguía igual. Me preguntó cuántas herramientas llevaba, sacó las suyas.

Yo sudaba a borbotones. Él sudaba a borbotones. Sudábamos juntos.

En uno de los golpes la vi moverse, sutilmente. Nadie lo hubiese percibido salvo yo, que la miraba con obsesión intensa desde hacía minutos, horas, años, siglos.

- Se ha movido Saza, tío se ha movido!!

- Eso está igual Rafa, no jodas, la tenemos que desmontar. Vamos a pedir más herramientas.

- Se ha movido tío. Súbete conmigo, por favor!

- Que así no la quitamos!

- Por favor…

Se puso de pie encima de la cadena por la parte de abajo. Yo puse mi pie sobre el suyo y comencé a saltar. Al tercer salto la cadena cedió y bajó.

Os juro que pareció que se alegraba más que yo.

Chocamos las manos y nos dimos un abrazo sincero, de los de verdad.

Los que nos metemos en movidas de estas sabemos lo que significa parar a socorrer a otro piloto. Si hay daño físico se para siempre, pero si hay una avería, no se para, porque eso significa que en Campillos pierdes todas las opciones de acabar.

Saza paró y me ayudó. Saza es un Caballero del Enduro. Un Viejo Guerrero que comprende y defiende los valores de este deporte.

Y por eso estaré en deuda eterna con él. Si me dice que me tire a un pozo, me tiro.

Así que yo no podía faltar en esa apuesta magnífica de hacer un enduro que ha organizado en las canteras de Ocaña, que parece que son suyas. La solución era perfecta para los condicionantes que tenemos: una crono muy digna, de más de 10 minutos, y un rally revirado y machacón, con muchos controles de paso, al que se le daban 5 vueltas por los pros y 4 por los aficionados. Un rally de unos 40 minutos más las cronos. Más de 4 horas y media de carrera.

Esa conclusión la saqué después de correr, porque cuando llegué me sentí un poco confuso…

Confuso… Uf.

Acaba de amanecer. Es uno de esos días que ya anticipa el invierno, frío. Sigo las indicaciones para llegar al paddock y voy viendo cintas alrededor del camino, por terreno virgen. El coche se atasca a veces, pero como somos pilotos de enduro sabemos que cuando se ve mucho barro hay que entrar con inercia, aunque las ruedas patinen un poco.

Esto puede parecer una tontería, porque la población normal no se metería por ahí. A nosotros en cambio en esos momentos si nos dan un millón de euros por no acceder al paddock no lo aceptamos. Somos así de listos. No tratéis de explicar esto a los ajenos a los guardabarros altos. Construid vuestras relaciones desde otra perspectiva. No lo van a comprender.

Me la juego un poco al dejar el coche en la explanada, rodeada por cortados verticales y altísimos, porque si caes en barro denso luego no sales. Aunque eso será un problema de después.

Ya hay un buen ambiente.

Me pregunto qué otra cosa podría llevar a tanta gente, tan temprano, con tanta ilusión, a un sitio tan inhóspito, tan recóndito. Nada. Sólo una carrera de motos.

Cuando la racionalidad me sacude y me dice que algún día tendré que dejar esto, me obligo a pensar en los previos a las carreras. Saludo a gente que conozco ya hace años, con la que he compartido un montón de cosas. Y me alegro de verdad de verlos. Estamos unidos por una afición peculiar que nos hace pagar por sufrir, con incógnitas e incertidumbres; somos vencedores primero del miedo, luego del cansancio, de la pereza, de la vida cómoda.

Gustamos de vomitar entre las piedras.

Esto une.

Un puntazo poder ir a un Enduro la misma mañana, verificar la moto, que te hagan el briefing por megáfono y estar listo en el parque cerrado a las 10:17, como yo, que llevo el número 5. Eso es porque soy bueno. Cuanto peor eres, más alto te dan el número. Gaínza lleva el 1.

Todo pundonor.

La primera pasada por la crono es para entrar en calor. Ya domino la ansiedad esa que me hacía estrellarme en las primeras curvas, y tener que perder 10 minutos en arreglar la moto cuando aún no estaba ni el motor caliente.

Me lo tomo con calma.

Han puesto una señora balsa de rocas. Ya sólo esto elimina a los croseros que no sepan tirarse con arrojo a las piedras.

Las curvas al principio son amplias, y hay varias subidas en cortados, para no fallar.

Y charcos.

Putos charcos, relucientes, profundos y enormes.

Con el agua bien fresca.

Como la primera pasada no cuenta, yo ya observo todo, y con el olfato de perro viejo que tengo sé que para hacer este tramo como se debe vamos a tener que mojarnos bastante.

Tanto es así, que trato de calcular el tiempo que se perdería pasando los charcos despacio, y los cuento.

Si decides romper un charco lo tienes que hacer con todas las consecuencias, bien fuerte. Con eso consigues que el agua salga limpia; sale mucha, pero sale limpia, de modo que aunque las gafas se empapen no pierdes tanta visibilidad como si lo que salta es barro denso.

La parte mala es que te entra agua por el cuello, y se desliza hasta el pecho, y la barriga, y sí, hasta los testículos, los huevos, vamos, que aquí estamos los que estamos. Si vas muy enchufado no lo notas, porque vas ahí to loco, con los ojos que se te salen de las cuencas para verlo todo bien, del ansia pura.

Pero cuando se acaba la crono sí lo notas, vaya si lo notas. Y hay 6 pasadas. No te puedes cambiar 6 veces de guantes…porque los guantes se te quedan como cuando sacas un calcetín de la lavadora, así chof, chof.

En cambio el agua en las botas acaba por no molestar, porque hace una película tipo neopreno y si no paras y mantienes los pies sudando se te recuecen un poco, pero no pasas frío que es lo importante.

Con esas salimos al rally. Muy machacón, muy revirado y con mucha gente ayudando en los pasos complicados y controlando que nadie se desvíe del trazado.

Y la verdad es que lo disfruto. Lo paso en grande. Siempre digo que es más seguro correr un triatlón, un maratón, una carrera de bicis, porque hay una certeza de lo que te vas a encontrar, que no te defrauda… sin embargo si una carrera de motos sale bien las sensaciones adquieren una intensidad que no he encontrado en ningún otro deporte.

Burdamente, es la diferencia entre ser feliz y follarse a la felicidad.

En un triatlón bonito si la cosa va bien eres feliz. En un enduro bien hecho, cuando comienzas a fluir, te estás follando a la felicidad.

Lo siento por las mujeres que lean esto (pocas ya lo sé) que dirán a sus maridos:

- Uy! Pues yo pensaba que Torres no era así. Parece mucho más fino.

Lo siento chicas.

Sucede además que como el rally es tan cambiante, con paisajes lunares, pedregales, subidas, bosques de pinos, saltos, dubbies, cada vuelta todo va a más. Más velocidad, más seguridad, más control, más certeza. Más felicidad.

Hasta que claro, cuando llevas 4 horas haciendo eso estás un poco hasta las pelotas. Cuando notas como el culo se desliza por el barro del asiento, la mano del embrague que se acalambra de tanto tirar. Los pies encogidos de la humedad. El peto que parece que ha hecho masa con el cuerpo.

Sed. Hambre.

Sed y hambre de esa que no se quita en la asistencia, en la que puedes comer y beber… Sed y hambre de esa profunda, que ya sale de los huesos. Habiendo visto como el sol ha ido cruzando el cielo, con luz distinta en las sombras de los árboles y el perfil de los baches, con sensación de que ya es la tarde y comienza el ocaso…

Y tú ahí dándole como un poseso. Con toda tu vida concentrada en el puño del gas, con el sonido del motor incrustado en los sesos….

Entonces, cuando pasa todo eso, es conveniente no dejar que esos sentimientos te venzan, porque si te vencen te puede pasar como a mí. Que después de 5 pasadas por la crono salí a la sexta a romperla.

A demostrar que tengo tanto fondo que cada vez corro más, aunque eso dure dos días.

Sabiendo de memoria por dónde acometer cada subida, cada charco, cada escalón, cada rodera.

Encima, como es la última pasada nos dejan más espacio entre pilotos para que no nos pillemos unos a otros.

Uf, uf.

Esperando la salida noto como me suben las pulsaciones de pura concentración.

He visto en los nacionales que los buenos aceleran mucho la moto antes de empezar.

Yo lo hago también.

Me resulta perjudicial, porque entro en la primera trazada un poco descontrolado, pero lo hago de todas formas porque queda guay. Pintón.

Y todos dejan lo que estén haciendo y te miran…

- Ahí va, uno que va a reventar la moto…

- Si es Torres, El Piloto!

- No jodas, cómo ha mejorado…

- Qué rápido sale…

Importante que te pierdan de vista antes de liarla…

Paso la balsa de piedras no bien, sino muy bien. Y me digo: “Venga ya está. Aquí le has metido un minuto al que menos… así que me voy a tirar la rampa en tercera, porque voy súper rápido!”

Y no la subo.

Y todo a la mierda.

Me bajo y tiro de la rueda para bajar la moto a rastras. Y al tocar la rueda noto en la mano el barro pastoso. Puaj.

Y esa rampa está justo enfrente de la salida, y siento miles de ojos en mi espalda.

No me achanto.

Consigo bajar la moto; no está enfilada. No tengo recorrido para la inercia.

Esos ojos están clavados como cuchillos.

Me dejo deslizar marcha atrás porque esto patina tanto que para dar aquí la vuelta necesito botas de escalador.

Cuando cae un poco decido que es suficiente y que me la voy a jugar.

Meto primera, le tiro a degüello y a mitad de rampa sé que no voy a llegar; a los que nos ha pasado esto muchas veces lo sabemos viendo el futuro con mucha anticipación.

Así que uso el viejo truco de dar un gran golpe de gas mientras me descabalgo para que la moto salga disparada, pero que caiga arriba, aun a riesgo de partirla por la mitad.

Solo quiero desaparecer de ahí de una puta vez y que todos me dejen de mirar.

Esta operación me llevará unos dos minutos, que me hundirán en lo profundo de la clasificación…

Y me dejarán un tacto indecente de los guantes embarrados sobre los puños, aunque esta vez no llevaré frío.

Casi estallo empujándole a la moto, o sea que de frío nada.

A esto venimos al fin y al cabo. Y nos vamos contentos; alguien lo entiende?

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Qué grande Rafa!! :lol: :lol:

Todavía no te he perdonado por no acabar la crónica de Campillos...

Mándame tu número por privado que tengo algunas fotos tuyas de Ocaña

Saludos

P.D.: A ver si me avisas cuando vengas a mi pueblo, que me ha dicho un pajarito que estás dándole mucho al motocross....

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Muy buena crónica Piloto!

Ya las echabamos de menos. Como te haces de rogar.

Y tienes razón en eso de que Saza es un Caballero del Enduro. Poca gente lo vive con tanta pasión y se mueve tanto por este deporte como Saza y su gente.

Un abrazo!!

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