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Crónica Six Days - ISDE 2016. Cuando el enduro te devuelve lo que le das

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La semana del 10 de octubre del 2016 viví la semana más intensa de mi vida.

 

 

 

Los FIM International Six Days of enduro – ISDE están considerados como uno de los eventos más técnicos, selectivos y duros del mundo del motor.

 

 

 

Es una competición de resistencia extrema para el piloto y para la máquina, con reglas peculiares, muchas, pero que se resumen en dos: si llegas más de 30 minutos tarde a un control horario te echan. Si alguien toca tu moto para hacerle cualquier mantenimiento, te echan.

 

 

 

Esto que se dice tan rápido significa que es necesaria una preparación de años. Los pilotos se enfrentan a 7 y 8 horas al día de moto, en los entornos más hostiles, con un ritmo frenético y sin ayuda mecánica, durante 6 días. Se requieren unos conocimientos de mecánica, una condición física y un nivel técnico propios de un superhombre.

 

 

 

El número de inscritos es limitado y cada piloto ha de ser aceptado por su federación en base a su palmarés y últimos resultados en competición, además, claro, de pagar la inscripción, la licencia nacional e internacional, la asistencia, los neumáticos…

 

 

 

Estar en unos Six Days es a lo máximo que puede aspirar un endurero, no hay ninguna carrera por encima. Les llaman las olimpiadas del enduro.

 

 

 

Cada año se celebran en un país distinto y en 2016 esta prueba se celebró en Navarra. Era la cuarta vez que se hacían en España y habían pasado 17 años desde la última vez que se disputaron aquí, en Granada, en el año 2000. Para mí estar en la salida ya era cumplir un sueño.

 

 

 

Desafié a la carrera y a mí mismo: un tío normal, sin tradición de motos en su familia, que empezó a competir ya adulto. Un osado, un inconsciente, que ha perseverado. Perseverar es la clave.

 

 

 

Esta es la historia de lo que pasó.

 

 

 

 

 

El día de antes.

 

 

 

Aunque a estas alturas ya todos lo sabemos, explicaré un poco los distintos conceptos a tener en cuenta en una carrera de este estilo, porque es sabido que esto lo leen nuestras madres, padres, mujeres, familiares, amigos, vecinos… se traduce a diversos idiomas, se lanza a los 5 continentes, se reproduce en multitud de medios, se viraliza…. Algún día quizá también tenga que explicar lo que es una moto.

 

 

En el enduro hay un recorrido al que se le llama rally, que se hace siguiendo cintas y flechas, con controles de paso secretos en los que te marcan una tarjeta para estar seguros de que no te has saltado nada.  En el rally hay controles horarios a los que tienes que llegar a tiempo. Si te retrasas ese tiempo se suma a tu total del día. Si a uno llegas media hora tarde… qué pasa? Norma básica: te echan.

Dentro de ese rally hay asistencias, para repostar, comer, beber y arreglar la moto, y especiales cronometradas. Las cronos se dividen en tres tipos: enduro test, que es un tramo relativamente estrecho, en el que se circula más bien por el monte, Cross test, que es más ancho, y por tanto más rápido, y Extreme Test, que suele tener obstáculos y pasos considerados extremos. A estas zonas cronometradas se les llama indistintamente por su nombre específico, o especial, o crono, o tramo. Como siempre hablamos de lo mismo así no repetimos tanto las palabras, que queda mal.

Cada uno de esos tramos cronometrados suman el tiempo que se han tardado en recorrer para componer el total del día, y si se ha penalizado en algún control horario, también se suma.

En los ISDE se hacen 3 cronos dos veces al día, es decir 6, y hay 6 controles horarios por día.

Gana el piloto que al final del día acumula menos tiempo entre cronos y penalizaciones por llegar tarde a los controles. Normalmente los buenos no penalizan nada, y se lo juegan todo en las cronos. Los que no son tan buenos… eso ya es otra historia.

 

 

Menudo lío eh? Pues imagínate cómo se lleva eso agotado, agarrotado, acalambrado, y con la amenaza permanente de que te echen al menor descuido.

 

 

Es importante no dejarse superar por una carrera antes de empezar, y tampoco perderle el respeto. El paddock está en el circuito de velocidad de los Arcos y es impresionante, con representación de multitud de países. De todos, el que me resulta más espectacular es USA, lleno de banderas y orgullo patriótico. También Australia, Alemania, Suecia, México, Finlandia, Argentina… Una batalla mundial.

 

 

Ayer estuve entrenando cambios de rueda con la Rabaconda, que es una máquina pensada, muy bien pensada, para cambiar ruedas con mousse. El mousse es una especie de compuesto de goma maciza y ligera que sustituye a la cámara de aire, y que no pincha. No hemos llegado tan lejos para pinchar, verdad?

Hice como 10 cambios de rueda, y al final tardaba unos 5 minutos, con mousse nuevo, pero ojo, frío. Este detalle es importante porque cuando cambiamos las ruedas nunca lo hacemos después de montar, y cuando el mousse está caliente se expande, se expande…me lo advierten. No será para tanto, pienso, ya verás.

 

 

Después de verificar la moto, nos vamos a ver las especiales. Los dos primeros días se repite recorrido, y se hace un cross test en Ancín, un enduro test en Berbinzana y la extrema del circuito de los Arcos, por dos veces cada una.

 

 

Lo primero que vemos es el enduro test. Y me acongoja. Es la especial más larga que he visto en mi vida. Con diferencia. Se pierden las cintas en el horizonte. Están tan lejos que imaginamos por dónde debería volver el recorrido porque si vamos hasta allí se nos hace de noche, y son las dos de la tarde.

Francamente, no venía preparado mentalmente para esta magnitud.

No podía imaginarlo.

Joder. Cuánto tiempo vamos a estar ahí metidos??

Las preocupaciones de cómo de endurero sería el recorrido se aclaran: hacer sólo las cronos ya es más que la mayoría de salidas que hacemos.

El cross test más de lo mismo. Callejas interminables. Barbechos infinitos. Como el océano.

 

 

En el equipo de Mercado Actual Toyota Enduro Team corren conmigo Fermotos (a un tío que se llama así le gustan las motos, créeme), campeón de España de rallys, y Modesto Muñoz, campeón muchas veces en Castilla la Mancha en todas las categorías.

 

 

Bueno, y yo. La puta estrella.

 

 

Estamos agotados de andar. La boca me sabe a polvo.

 

 

Hemos estado caminando un día entero, que se me hacen tres, y solo hemos visto dos especiales y a medias. Los “riders top” las llegan a memorizar para ser más rápidos; nosotros nos centramos más bien en buscar los peligros y ver los sitios en los que podríamos perder mucho tiempo.

 

 

El ocaso nos hace volver a nuestra guarida en un bungalow del camping de Iratxe, cabizbajos y pensativos. Es el único alojamiento que hemos encontrado disponible en 50 kilómetros a la redonda, pero nos servirá, y está cerca del circuito.

 

 

Me gustaría decir que duermo bien, y que ya domino estas situaciones, y toda esa mierda de pilotos pros. Pero estoy inquieto, jodido y asustado.

Tengo mucho miedo al fracaso, a no poder acabar.

Miedo es la palabra.

Tal cual.

He puesto tantos medios, le he dedicado tanto tiempo, reciente y antiguo, a llegar hasta aquí que si no acabo me voy a amargar. Y tengo miedo.

 

 

Mañana,  bueno hoy, dentro de un rato, casi ya, duérmete joder, duérmete! debuto en los ISDE.

 

 

Eso es grande.

 

 

 

 

Día 1. 326 kilómetros.

 

 

 

UUUUUuuuuuooooooo!!! Llegó el día!!

 

 

La ansiedad es extrema. Me visto temblando, me coloco las rodilleras con precisión, las correas de las botas, la tensión del peto. Repaso 10 veces la riñonera: es vital llevar cosas suficientes para solventar problemas: llaves para desmontar la moto entera (están ya bien hechas, tampoco son tantas porque se repiten muchas medidas en los tornillos), bujía, manetas, palanca de cambios, sellador para una rotura de cárter o de radiadores, bridas… Y ya para el piloto: geles, pastillas de sal, agua…

 

 

Me sudan las palmas de las manos.

 

 

Cualquier error aquí puede dar al traste con todo: una rodillera mal puesta, una china en la bota, un guante pequeño o grande, olvidar la vaselina en los pezones… cualquier nimiedad se irá haciendo más y más grande hasta acabar contigo al cabo de las horas.

 

 

Entro al parque cerrado tratando de aparentar calma. Creo que no me sale, que de algún modo se me nota en la cara que estoy acojonado. Aquí además se pierde mucha identidad porque la mayoría son extranjeros, y claro no conocen mi tremendo historial de éxitos.

Compruebo una y otra vez en las listas mi hora de entrada: las 10:26. Qué hora? Las 10:26. Cuándo?? Las 10:26.

Y entro a las 10:27, las cosas del directo.

Camino rápido hacia mi moto, tratando de que no se note mucho que ya llego tarde. Hasta el dorsal 542 hay que caminar bastante.

Y vuelta empujando hasta la salida.

Salimos de tres en tres.

Me ha tocado con un chico alemán, al que todo le sienta muy bien, y ya en parado cae en lo moto muy adelante y muy colocadito, y con Rosa Romero, Dakariana y muy experimentada. Tiene además ese toque de madurez femenina que le sirve para no hacer tantas tonterías como nosotros:

 

 

-          En las cronos entra tú delante – me dice.

 

 

Ves? Esto es algo que ningún tío diría. Esto es reconocer que el otro puede ser mejor que tú, reconocer que no estás compitiendo contra el otro… Como no hay pugna yo me sincero:

 

 

-          No te preocupes, que no creo que te pille en ni una. Si a mí con acabar esto me sobra…

 

 

Es lo que hay. Me hubiese gustado decirle: ok! Y punto, pero, mira no…

 

 

Así que arrancamos la moto, y no van a pasar ni 100 metros sin que entre en formato pavor. Qué 100 metros, ni 20.

 

 

Sabéis por qué? Porque no me entra la segunda marcha…

 

 

No entra.

 

 

La primera sí. La segunda no.

 

 

Estoy en el asfalto de la recta de meta de los Arcos, en unos ISDE que vuelven a España después de no sé cuántos años, y antes de llegar a la tierra ya estoy fuera.

 

 

Hay cosas difíciles, pero esto tampoco es fácil, eh???

Joder.

 

 

Piensa! Coño! Raudo!. Por qué coño no entra la segunda?? Está roto el cambio??

Has gripado?

Te han hecho sabotaje??

No grites, no grites todavía.

No te lamentes.

No te derrumbes.

Piensa.

Joder, piensa ¡!! PIENSA!!!!!!!!!!!! RAFA PIENSA!!!!!!!!!!!!!

Piensa…

 

 

El protector de la bomba de embrague.

 

 

Es la pieza nueva que lleva la moto, y está encima de la palanca.

Y qué le pasa???? No era el suyo? Es posible que fuese de otro modelo? Si es de otro modelo estoy jodido. Piensa. Piensa.

La moto avanza por la recta de meta, en primera, haciendo mucho ruido.

Es el suyo. Pone una H de Husqvarna. Lo he comprado en Arribas, concesionario oficial. Ellos nunca se equivocan, o al menos no deberían. Es el suyo, el fallo no está ahí.

 

 

Jadeo. Tengo el corazón desbocado.

 

 

Evita el pánico. Rafa, evita el pánico. El pánico te quita recursos. Piensa.

 

 

¿lo puse mal?? LO PUSISTE MAL, SO CABRÓN????

No, no se puede poner mal. Solo hay una forma de ponerlo…

Entonces??

Piensa, piensa….

Intento ir hasta la asistencia en primera? Si lo intentas estás fuera en el primer control por tiempo, suponiendo que no explote el motor antes.

Necesitamos otra solución.

Qué coño está pasando… piensa, piensa…

 

 

Ya lo sé!!:

 

 

La palanca!!!

 

 

La palanca de cambio, joder, eso es lo que está mal puesto. Está alta! La llevo alta para cambiar mejor de pie, herencia de las costumbres del Galápago cuando me sacaba a la sierra en esos tiempos lejanos, y ahora al poner el protector lo toca y no puede subir…

 

 

Se acaba la recta. Voy a detenerme fuera ya del circuito, ahí escondidito, en cuanto se sale al camino, para que no vea todo el mundo que he salido con la palanca de cambio mal puesta...que es que me da vergüenza. Paro la moto, me quito el cinturón, me tiro al suelo.

 

 

Exacto!, toca con el protector. La llave del tornillo es una 8. Ves? Me sé los tamaños ya de memoria. Para que quepan mejor van colocados todos los acoples en un tubo de plástico. El vaso de 8 está el último. Paciencia.

 

 

Tiro el contenido como en las películas que se tienen que tomar una pastilla, al límite de tiempo, a vida o muerte, y se les caen varias antes de coger una y tragarla, con temblores.

 

 

Un juez de chaleco negro FIM aparece de la nada y me pregunta:

 

 

-          Are you ok?

 

 

Le miro tirado en el suelo y le contesto:

 

 

-          Ouuuh yeah!

 

 

Pasan varias motos que salían después. Cambio la posición de la palanca.

 

 

Arranco. Primera, segunda, tercera…. UUUUUaaaaaa! Seguimos en carrera!

 

 

A punto de hacer historia como el tío que menos duró en los Six days. Tremendo.

 

 

Ahora gas. Gas y alegría!

 

 

Ese momento fue terrible. Después, vendría el polvo. Y la certeza de que los controles estaban mucho más apretados de lo esperado. Y de que el terreno se iba rompiendo y deteriorando de un modo insólito.

 

El primer día salí por dorsal, y me pasaban 15 motos en cada control horario. Después paraban para esperar su hora, yo entraba a la mía, y me volvían a pasar. 6 veces 6. Cada vez que me pillaba uno me creaba una cortina de polvo que tenía que atravesar a más de 100 por hora en las pistas, y cuando se iba aclarando, me pasaba otro. Y no podía parar, ni aflojar, ni respirar, ni ver.

 

Solo dar gas, y gas, y gas. Un tío que se llamaba Powell me pasaba como un avión, una y otra vez, y yo ya estaba inquieto por saber cuándo lo haría: “vendrá ya Powell?? con su camiseta USA, su nombre USA en la espalda, su ruido USA, y su jodido ritmo USA?”.

 

Y así durante más de 300 kilómetros. Esta distancia la mayoría de la gente no la hace en un solo día con una moto de enduro en su vida. Y ese día fue terrible. Además en un apoyo me retorcí la rodilla derecha y se me quedó la pierna encogida. Fue todo depresivo, cruel, abrumador.

 

 

 

Polvo, calor, sed, hambre, cansancio, dolor de cabeza, ruido, polvo, ruido, ansia, ruido, baches, prisa, baches, hambre, polvo, frenazos, acelerones, polvo, sol, sueño, sed, hambre.

Un día, dos, tres, cuatro, cinco...

Antes pensaba que si no acababa iba a necesitar un psicólogo. Después de este día estoy seguro de que como me pegue 6 días haciendo eso también lo iba a necesitar.

 

 

Pero estoy en meta. Y sin penalizar.

 

 

DIA 2. 326 Kilómetros.

 

He pasado toda la noche jodido con la rodilla. Me operaron de ligamentos la derecha con 17 años, y la izquierda de lo mismo hace 7, con 35. La derecha ya se me pellizcaba después de la operación cuando jugaba al fútbol. Me daba un pellizco por dentro y se me quedaba agarrotada.

Yo no le decía nada al entrenador, porque si se lo decía ya no me sacaba. Claro, no vas a sacar a alguien que casi no puede andar. Entonces disimulaba la cojera como podía y descubrí que si le daba patadas al balón aquello dolía, pero de repente llegaba una en la que se estiraba, se relajaba, como si se rompiese una bolsita de agua dentro, y se pasaba todo. A veces era a la primera patada. A veces a la quinta.

Así que por la noche me empiezo a dar Radiosalil, que es una crema que da mucho frío y mucho calor al mismo tiempo y hace te escueza tanto la piel que te olvidas de que lo que te dolía era lo de dentro. Después intento estirar la pierna. Tal como estoy no le puedo empujar a la moto, y yo a veces tengo que empujar.

Me gustaría que fuese de otra manera, pero no lo es.

Cuando tengo la rodilla ya caliente, o fría, o más bien alterada, por el Radiosalil, comienzo a dar patadas al aire. Me duele mucho. He perdido la soltura de desencajarla como cuando jugaba al fútbol.

Aproximadamente a las 5 de la mañana se rompe la bolsita ahí dentro y todo se relaja.

OOOooooh! Qué placer.

Qué alivio.

Podré dormir un poco.

 

Y en menos de lo que lo pienso ya estoy otra vez montado en la moto. Esta vez con una diferencia, y es que el orden de salida hoy ya es por Scratch (la clasificación de ayer) y no por dorsal, de modo que Powell va por delante de mí y hoy no me adelantará mil veces.

 

Se repite el recorrido de la jornada anterior, pero mucho más roto. Como soy una esponja de seguridad y cuando llega la absorbo con ansias, tengo mi primera caída fuerte en el cross test de Ancín. He pillado a uno y entonces me he vuelto loco tratando de adelantar, por eso de decir que yo también pillo a la peña en las cronos, pero era demasiado. Me he caído en tercera a fondo (siempre hay que decir eso porque significa que vas agresivo y rápido, y en tercera es una velocidad en la que una caída sin consecuencias es creíble, aunque te hayas caído empezando a acelerar en segunda…). En tercera a fondo, eso es. Sin consecuencias.

 

Hay un poco de humedad y el polvo no es tan denso como ayer. Después del cross test se pasa por una trialera que llaman la “Rompeculos”. Los endureros tenemos mucho criterio estético, más aún que George Lucas, para poner nombres.

La pataleo, luchando por encontrar la marcha adecuada. Acaba en unos escalones en los que hago un par de clonks.

Clonk!

Eso es que la moto se queda ahí fija, sin inercia, al tiempo que se cala, y suena clonk!.

Hay gente ayudando y yo me dejo ayudar, sin pudor.

 

La cosa marcha bien, tranquila, controlada. Durante la primera vuelta, la situación está dominada. Esto no era tan difícil. Ya me he acoplado a los ritmos y costumbres del evento… Fiesta! Esto marcha, joder!

 

Sin embargo, entre las asistencias de Larrion y Larraga, a eso de las 4 de la tarde, empezó a llover…

 

Necesito que comprendas esto bien, así que te lo pongo de nuevo:

 

EMPEZÓ A LLOVER.

 

Mucho.

 

MUCHO.

 

Y todo cambió.

 

El mundo se volvió oscuro, lóbrego.

 

Se mojó rápido, se encharcó.

 

Se tornó deslizante como un trozo de hielo sobre un espejo mojado de aceite.

 

A esa hora y en ese momento la carrera ya fue otra. El objetivo pasó a ser de supervivencia. Toda la paz se fue a la mierda.

 

Aún me quedan unos 70 kilómetros para acabar la vuelta, que debo hacer en unas dos horas y media.

 

En esos momentos tengo la caída más fuerte de los ISDE, al bajar un escalón (en tercera, a fondo) se me va la rueda de delante y caigo dando volteretas a una zanja. Lo último que para el golpe es la cabeza, y el casco se me arrastra por la ladera. Me quedo en una posición extraña, con los pies hacia arriba.

Me da vergüenza que me vean los que vienen por detrás.

Maldigo.

Grito.

Me levanto.

Estoy contusionado. Esa sensación que te queda cuando estás un poco desencajado, sin nada roto, pero con las cosas fuera de sitio.

Uf.

 

Pasa un chileno:

 

-          Are you ok?

-          Oooouuh yeah!

 

Yo es que parezco guiri.

 

Levanto la moto. Y tiro.

 

Hoy me ha tocado con un finlandés mayor y con algo de barriga en el mismo horario. Debe tener unos 50 años, y cuando lo he visto por la mañana estaba seguro de que lo iba a crujir. Ahora cuando esto se pone perro la técnica empieza a primar.

Va siempre de pie, con gas constante, sin fallar ni una. Sin aflojar, sin acelerones, pero sin aflojar.

Y se me va, se me va… Lo veo alejarse, vestido de rojo, como si el terreno aún estuviera seco.

En el enduro las apariencias no siempre anticipan la realidad, porque hay mucha fuerza, pero también mucha técnica.

A saber qué historial tiene el jodido finlandés. Que creo que es finlandés, pero también podría ser noruego, o sueco. Algo de eso.

 

Está cayendo un mar de agua. Las amenazas se hacen realidad:

 

-          Como se ponga a llover aquí os vais a acordar del polvo.

 

Cada repecho es un desafío. El terreno es arcilloso. Se ven marcas de caídas en todos lados. La velocidad media ha bajado notablemente y por estos sitios que antes íbamos a más de 60 ahora con avanzar a 20 por hora nos basta.

 

Brutal.

 

Ya en las últimas pistas antes de la carretera que da al circuito de los Arcos tengo un momento de suerte de esos tan necesarios en estas movidas. Me meto en una rodera, en cuarta (a fondo), en una recta, y ya dentro veo que se hunde, se hunde, hasta acabar en un escalón en mitad del camino.

 

Puaj.

 

Joder.

 

Anticipo el dolor.

 

La moto choca, la horquilla hace topes y salgo despedido. La caída va a ser hacia la izquierda. Me agarro al manillar con todas mis fuerzas.

 

Como acto reflejo erróneo saco el pie izquierdo para evitar el golpetazo. Normalmente aquí me volvería a joder los ligamentos, o si las rodilleras CTI funcionan bien, la tibia.

 

Ay.

 

Ya me está doliendo.

 

Pego el zapatazo, y sorprendentemente no me caigo. La moto se endereza, hace un recto, me salgo al barbecho, pero no me caigo.

Han soltado a los leones, a los dragones, han abierto las puertas del infierno y la tormenta arrecia, pero hoy la suerte está de mi lado.

Más gas.

 

El ambiente es tétrico, oscuro.

 

Aún queda un desafío: cambiar la rueda.

 

Tengo claro que es imprescindible, porque dos días en terreno tan duro y con zonas rápidas se han comido mucho los tacos, y mañana el rollo va a estar blando y escurridizo.

 

Así que llego con las energías que me quedan, caballete, y a por la rueda. La saco. La meto en la Rabaconda.

Para no perder ni un segundo no me quito el casco.

Pillo los desmontables.

Me vuelco sobre la palanca.

Con todo mi peso.

Y el desmontable no entra.

Pero tío!

Haz fuerza, aprieta, aplica precisión.

No baja la cubierta ni un centímetro.

Ahí no podría meter ni un bisturí.

 

El mousse caliente se hincha. Me lo advirtieron. Jakov, el profesor cambia neumáticos estonio, y antiguo Petardo, me lo dijo 12 veces.

 

Nunca había cambiado una rueda en caliente.

 

Llueve, llueve, llueve. Y yo miro la rueda impotente.

 

Cambio de estrategia. Me pongo enfrente. Lo intento como siempre, con la fuerza de los brazos hacia abajo. Aprieto, aprieto, aprieto.

Aquí va a estallar algo.

Esto está a punto de explotar.

 

Crujen las entrañas del sistema, los radios, la llanta, mis músculos, mis huesos, mis tendones se tensan como cables…

 

Entra el primer desmontable, el segundo, el tercero. El cuarto.

 

Los levanto en cruz y saco la cubierta. Le doy la vuelta a la rueda y empujo con el soporte, rebaño un poco y sale limpia. Este aparato está bien pensado, que sí!

 

Vamos. Alivio.

 

Vamos.

 

Ahora el proceso es rápido. Todo me sale bien.

 

En menos de 5 minutos tengo el neumático puesto y talonado, con el mousse dentro.

 

Vuelvo a la moto para meter la rueda. Los mecánicos gritan los siguientes pasos, el tiempo que nos queda, preguntan por llaves y herramientas.

 

Hay más gente cambiando ruedas. Lo sé por el ruido de metales chocando, aunque ni miro.

 

Esto era más fácil frescos, en seco, sin presión.

 

-          Levanta más la rueda, no llegas al eje!!! – Jero de Muriel me grita al oído sin piedad.

 

Lo intento. No puedo ponerla otra vez en la moto.

 

-          Levanta más la rueda, joder, QUE NO LLEGA!

 

No puedo.

 

Jorge Ruiz ya ha llegado a los ISDE y está en nuestra asistencia, con su cámara:

 

-          Rafa, tienes que subir más la rueda, no entra el eje

 

Y Jero:

 

-          SUBEMÁSLAPUTARUEDAQUENOENTRAHOSTIA!!!!!!!- noto su saliva

escupida en mis ojos.

 

Uf. Me siento en un caballete. Me quito el casco.

 

-          No tengo fuerzas ni para levantar la rueda, joder. JODER!

 

Casi lo susurro, pero me entienden. Ahora ya no me chillan.

 

Estoy hiperventilando. Esto es un desparrame. Necesito aire. Aire o me desmayo.

 

O me sereno y recupero el pulso o no pongo la rueda en dos horas.

Así que después de respirar, y calmarme, como tantas cosas en la vida, la pongo como siempre.

 

Penalizo 6 minutos por la lluvia y 2 más cambiando el neumático.

 

Yo sé que en el fondo no soy uno de ellos, pero ahí está mi moto, en el parque cerrado del segundo día de los ISDE.

 

Y con la rueda nueva puesta.

 

Somos pilotos.

 

 

 

DÍA 3. 270 KMS.

 

Ha llovido con furia durante toda la noche. Estamos en octubre, estamos en el norte, es lo que toca.

Los chicos del equipo Mercado Actual Toyota estamos acoplados ya en el bungalow de tres habitaciones, a temperaturas distintas: a mí me gusta el calor. A Fermox una temperatura media, y Modesto duerme con la ventana abierta. Cuando voy al baño me tengo que poner el plumas. Ya hemos adquirido rutinas. Compartimos Ibuprofeno, probamos el de los otros. Gente que comparte anti inflamatorios durante una semana en un bungalow de 30 metros cuadrados crea un vínculo, puedes estar seguro. Antes de dormir nos visitan Jorge y Chema Yam, les invitamos a pistachos. Nos enseñan fotos y vídeos y comentamos el día desde ambos puntos de vista. En estas conversaciones siempre se dice que los pilotos top van muy bien:

 

-          Increíble cómo ha pasado Josep García la zanja.

-          Brutal Barragán en el salto de las ruedas.

 

Claro, lo deben hacer bien, si se dedican a esto joder. Bueno, que para llegar hasta aquí nosotros casi también nos hemos dedicado…

 

Me he pasado un año llevando el cuerpo hasta el límite para adaptarlo a los 6 días: he corrido un maratón en 3:27, con todo lo que implica, antes y durante. Medios maratones en 1:35. Varios diez miles por debajo de 45 minutos.  En Semana Santa corrí 7 días seguidos 16 kilómetros por el monte, mejorando la marca cada día, por el mismo recorrido para poder compáralo con exactitud y estar seguro de no decaer. En la bici sufrí la Perico Delgado, casi 7 horas a más de 30 grados subiendo puertos, también con todo lo que implica antes y durante. Con la mountain bike en verano me hacía sesiones de 80 kilómetros con una sola parada, yo solo claro, porque no encontré a ningún tarado que quisiera hacer esto, dejando siempre intervalos para beber de más de 40 minutos que es lo que me pasaría aquí.  En los últimos meses he salido a correr por la casa de campo 18 kilómetros un par de veces a la semana, y la casa de campo tiene muchas cuestas. Cuando íbamos a hacer motocross estaba dando vueltas como un tonto, sin parar, en sesiones de 2 horas, hasta que me zumbaba tanto la cabeza que paraba para no caerme en un salto. Si hacíamos enduro, mientras los demás socializaban y charlaban un rato en la cima de las trialeras yo seguía subiendo y bajando hasta quedar extenuado. “Mira que estamos locos los de las motos, pero nadie como el Torres…” comentaban.

Mi padre me preguntaba con sorna: “Pero bueno, cómo es que te gustan tanto las motos??”  Y yo pensaba: si ya no sé si me gustan, si yo creo que me dan asco…, pero no lo decía porque si lo dices ya además de loco pareces tonto.

Así que mi forma física en cuanto a resistencia es de largo la mejor de mi vida. Es estratosférica. Quizá no sea muy rápido, pero puedo estar dándole al mango 10 horas, a full gas. Bueno, a mi full gas.

 

Y ha llegado el día en que todo eso se va a poner en valor, porque con la lluvia los ISDE se van a convertir en una prueba más dura que la academia militar de la Chaqueta Metálica.

 

Hoy tenemos recorrido nuevo. Lo anunciaban como más técnico y con mucha piedra.

Que te digan que esto ahora va a empezar a ser más técnico, y encima con la que está cayendo asusta.

Desde el principio nos meten en sendas rotas y subidas de piedras resbaladizas. Ya llevamos el chip de ir a fondo siempre; cada vez que la moto se pone recta hay que dar gas a fondo, hasta que la caña del gas toca el tope, literal. En segunda, en tercera, en sexta en las pistas y carreteras. Si no, no llegas.

 

He desarrollado una técnica muy depurada para ingerir líquidos y alimentos en las asistencias optimizando el tiempo: llego, pongo la moto en el caballete y le quito el tapón de la gasolina. La gasolina nos la pueden echar, porque en teoría no tocan la moto, pero no nos pueden quitar ni poner el tapón. Cojo una lata de Aquarius y me la bebo absorbiéndola; es decir, no me la bebo dejando caer el líquido, que tardaría más o menos unos 8 segundos, sino que dejo entrar un poco de aire y la succiono, con lo cual soy capaz de tragármela en menos de 6. Quizá algún día pueda ir a un concurso de esto e impresionar al personal. Después cojo un puñado de frutos secos y me los echo a la boca, con los guantes puestos. A veces saben a tierra, a aceite, incluso a gasolina, pero es igual. Mientras los mastico, le pongo grasa a la cadena agachado, y cuando me enderezo me los trago.

Cojo otro Aquarius y repito la operación. Después un trozo de plátano. Aquí procuro no mancharlo mucho con los guantes, pero sin obsesionarme, si se mancha no pasa nada. Mientras mastico el plátano repaso con los dedos los radios, por si se han aflojado, la palanca de cambio, los tornillos de las tijas, miro la moto en detalle para comprobar que todo está en su sitio. Trago el plátano, me bebo una botella de agua de 33 centilitros como el Aquarius, succionando; soy más lento bebiendo de la botella que de la lata, no sé por qué, pero es seguro, casi tres segundos.

Me monto en la moto y me voy.

Todo eso soy capaz de hacerlo en 3 minutos.

Si me sobra algo más de tiempo me alejo un poco y descargo líquidos. Si no, me aguanto, que lo primero es lo primero.

Bastante gente se mea en la moto: cuando va de pie simplemente se orina. Como vamos empapados no se nota. Yo me lo he planteado alguna vez, pero no he llegado a hacerlo. Y sé que lo hacen porque me lo han dicho, y esta no es una de esa clase de mentiras que se dicen para que los demás mejoren su percepción de ti, ya me entiendes.

 

Han puesto un control horario que funciona de esta manera: CH, Enduro Test, Rally, Cross Test, Rally, CH.

Llegas a la asistencia, haces el control horario y te metes en el enduro test de Zúñiga. Os acordáis que os decía que el de Berbinzana era el más largo que conocía hasta el momento? Pues este es más largo todavía. Esperando mi entrada observo que los que salen están haciendo entre 15 y 18 minutos. Eso significa que hay sitios en los que se puede atascar, y que se va a hacer eterno.

Me reconforta mucho ver a amigos en la salida, que gritan mi nombre. Agradezco un montón en esos momentos ver a gente conocida: Changuy, Samuel Parra y Mario, Mariano y Laura García, Hoyos, Quarter, Alfredo Motolín y su hermano Pablo… y dentro de la especial, transmitiendo energía a tope Manuel Laita, que está de voluntario.

Jamás pensé que en enduro se pudiesen  hacer cronos tan largas. Más larga que una manga de motocross. Cada vez que entre a esta crono, y lo haré 4 veces más después de la primera, creeré que antes no era tan larga y que le han añadido trozos. Siempre pensaré: después de esa calleja ya se acaba, y sale al prado, y será mentira. Un enduro test en toda regla, para salir de allí agonizando a 180 pulsaciones.

Y es lo que me ocurre en la primera pasada: que lo doy todo desde el primer al último metro.

Después del enduro test de Zúñiga entras al rally hasta el cross test, hay subidas de piedras donde la gente atasca. Voy confiado.

El cross test está en Gastiain, en un sembrado en una ladera. Se hace relativamente rápido.

A partir de aquí hay una senda oscura, revirada, resbaladiza, cerrada, bacheada, de más de 40 minutos. Te aseguro que no has visto una senda así de larga en tu vida. De dónde coño la han sacado???

Aunque creo que llevo buen ritmo, llego con 6 minutos de penalización.

Es un bajón y una putada,  aunque gestionable.

El problema es que sigue lloviendo. A mares.

Y la segunda vuelta se complica mucho más.

Calculo el tiempo que pierdo en las especiales: 3 minutos más en el tramo largo. En el cross test las motos no suben las cuestas y tienen que bajar a coger inercia. Lo que antes se hacía a fondo ahora es una trampa de arcilla. Yo navego hábil empujando con los pies (os dije que a veces tengo que empujar…) y no atasco. Lo hago despacio, pero no atasco. Ahí pierdo otros 3 minutos con respecto a la primera pasada.

Me preocupo. Si hay complicaciones, si alguna subida está impracticable, si tengo una caída fuerte, si rompo algo, aunque sea una maneta, puedo estar fuera.

No hemos llegado hasta aquí para esto, verdad?? O sí?

En la senda me centro todo lo que puedo y apuro cada palmo.

Me siento más fuerte que por la mañana. Estoy yendo de menos a más como los endureros de verdad.

Me duelen ya las cervicales de llevar el cuello estirado como un pollo, doblado sobre el manillar, de pie pero muy doblado para no darme con los árboles, y en tensión extrema.

Recibo un latigazo eléctrico en el brazo derecho de una rama que ya está muy pelada. Mucha gente se ha dado antes y yo me daré en todas las pasadas. Una semana después aún se verá muy claro el cardenal.

La intensidad es máxima.

No estoy preparado para que me echen. Aún no.

Penalizo otros 9 minutos, que más 6 son 15. Solo tengo 15 más para perder en el día, aunque ya no perderé ninguno. El último control es asequible.

 

Al meter la moto en el parque cerrado se me acerca un chico que se llama Dani Martín, pero que no es el del Canto del Loco, y me dice:

 

-          Me puedes firmar el casco? Puedes poner lo que quieras.

 

Me da un casco negro, que ya lleva dos firmas, y un rotulador blanco.

 

-          Pero tú sabes quién soy?

 

Creo que me ha visto ahí estilizado y se piensa que soy un top, cuando en realidad soy un humilde arrastrapiés. Pero atención a lo que me contesta:

 

-          Claro que lo sé. Eres Rafa Torres. Eres el que más ganas tengo de que termine los ISDE…

 

Joder, el puto Rafa Torres.

 

Le firmo el casco y le escribo hasta una frase. Me dice que ya tiene la firma de Laia Sanz y de Iván Cervantes. Y ahora también la de Rafa Torres.

 

Estoy tan ilusionado que le confieso que es el primer casco que firmo, y que si le importa que nos hagamos una foto. Después contará que fui muy simpático. Lo de la simpatía y el pilotaje es que me salen solos.

 

En el restaurante del circuito me encuentro a Pau Soler, que es quien ha organizado todo esto, que qué coño tiene que pasar para que pongan los tiempos B de lluvia, que cuánto tiene que llover.

 

-          Los primeros llegan con 10 minutos a los controles. Y es su carrera, no la tuya.

-          Pero si los profesionales son 100 y el resto somos 400! De quién es la carrera?

-          Estás en un mundial. Asúmelo.

 

Muy bien. Pongo cara de mundial. Y asumo la realidad.

 

Un día más. Un día menos.

Editado por rtorres
  • Mola 7
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Día 4. 270 kilómetros.

 

 

 

 

 

Las noches en los ISDE son peculiares. Después de acabar cada día ceno más o menos esto: una ensalada, un plato de pasta, unos filetes de ternera con patatas, unas salchichas con patatas, unos muslos de pollo, un poco de sopa, fruta, un yogur, algo de dulce, 6 Aquarius y un litro y medio agua.

No exagero. Es la verdad. Mis hijos están impresionados. Les mando una foto antes y otra después, con los platos vacíos. Yo también estoy impresionado; me resulta fácil. Tengo hambre, punto.

Aun así cada día me tengo que reajustar la riñonera porque estoy adelgazando; me adelgaza hasta la cabeza tú.

Luego me duermo a eso de las 11 y me despierto a las 3. A veces tengo espasmos y pego un respingo pensando que voy en la moto y me voy a caer. Un frenazo, una rodera, un escalón, sobre todo al principio de dormirme. Estoy en un estado de alerta enfermizo, vampírico. Los dedos se me duermen constantemente, en cuanto doblo los brazos, por la inflamación que tengo provocada por ir haciendo toda la fuerza que puedo con las manos durante tanto tiempo.

Como digo, a las 3 me despierto y cojo el móvil. Las redes sociales están hirviendo. El seguimiento que tenemos es masivo. Mi primo Felipe dice que mi Facebook parece el de un famoso. Cada vez que cuelgo una foto tengo cientos de me gusta…  y 60, 70, 80 comentarios. Los contesto todos y pienso en cada persona que ha hecho like, una por una.

Este es el único contacto que tenemos con el exterior. No sabemos qué pasa con el gobierno, si va a ganar Trump o Clinton, si en todos lados llueve como aquí. Nos levantamos, nos vamos al circuito. Nos montamos en la moto 7 horas frenéticas, sin tregua. Cenamos, cenamos bien, todo lo que el cuerpo es capaz de digerir, nos vamos al bungalow, nos damos cremas en las contusiones, nos tomamos un par de antiinflamatorios, y caemos agotados.

 

 

A las pocas horas, todos los pilotos están despiertos.

 

 

Acojonante.

 

 

Los que tienen la asistencia conmigo ya me resultan muy familiares. Y nadie como ellos entiende lo que estamos disfrutando y padeciendo al mismo tiempo. Olave meticuloso, los hermanos Elorza ilusionados y viviendo la experiencia profundamente, Mochales concentrado, Jorge de Blas que se enfada y se alegra todos los días varias veces, Javi Pérez con sus tubliss y su buen humor, Emilio que ha venido aquí de despedida de soltero, Josep María Ramón con 52 años y emocionado como cuando empezó, los chicos de Rodi finos y seguros… No olvidaré a los compañeros de asistencia, ni a los mecánicos de Muriel, y en algún caso surgirán amistades para siempre.

Hemos hecho esto juntos al fin y al cabo.

Como digo, estamos la mayoría despiertos a esas horas e intercambiamos mensajes. Incluso con Fermotos que lo tengo a 4 metros de distancia real. Ha pasado un mal día. Se ha puesto todo muy perro. Pero de una cosa estoy seguro: Fermotos jamás se rinde. Jamás.

 

 

Así que como veis las noches también existen en los ISDE, y cumplen su función. A eso de las 4 o 4 y media me vuelvo a dormir hasta las 7:30. Y empieza otra vez la rutina.

 

 

Estoy pasando miedo. Me acompaña constantemente. Miedo a no acabar.

Un mal segundo y todo se irá por la borda.

3 israelíes que estaban en nuestra carpa quedaron fuera el primer día: 2 en el hospital y el tercero perdió todos los radios de la rueda trasera en el primer control.

Otro chico que se llama Rafa se dislocó el pulgar. Lo intentó durante una vuelta, pero no pudo seguir.

Gente que penaliza más de 30 minutos.

Motores rotos.

Dolores.

Enfermedades.

Yo qué sé.

La realidad es que hay más huecos en el parque cerrado de motos que ya no están. La lluvia ha hecho una escabechina.

Cada día me encuentro mejor, más fuerte, más pleno, pero el miedo al fracaso es más intenso. El miedo al fracaso que me ha acompañado toda la vida aquí se ha multiplicado exponencialmente, como todas las sensaciones.

 

 

Hoy repetimos recorrido con respecto a ayer, más bacheado, y más seco. Por fortuna ha dejado de llover.

Este será el día que más disfrute. Penalizaré 6 minutos en la primera vuelta, pero lograré hacer la segunda a cero.

Por fin podré con las dos cronos más la senda, todo en el mismo control horario.

Cuando llego a la carpa de los comisarios de ese control me paro, y al cumplirse mi minuto entro y les digo:

 

 

-          Sabéis por qué estaba ahí parado?? PORQUE ME HA SOBRADO TIEMPO!!

 

 

Se ríen algunos, otros no, porque esto es trascendente. Yo me río. Y doy un par de acelerones, con cuidado, que aquí te echan por todo…

 

 

Estoy tocando un sueño con la punta de los dedos ... cuarto día de los ISDE.

Intensidad vital profunda que sólo el enduro nos da.

El enduro vive. El enduro es vida.

Y además ha salido el sol.

 

 

DÍA 5. 216 KILÓMETROS.

 

 

Si hoy acabo sólo una tragedia me impediría acabar los ISDE, porque mañana queda el motocross. Ha venido cantidad de gente a ver la carrera, muchos amigos y conocidos. Veo al Galápago, mi maestro, y a Santi Pipol antes de vestirme. También los Perea y Matesanz, Quarter, Freyer, Juanpe Veleiro, su hijo Pedro. Es ya una costumbre también pasar a abrazar a los chicos de PTV, nuestro equipo hermano: Vaquero, Olmedo, Arturo. Y los mecánicos: Julio, Jonni, Mario, joder, y Carlos Vaquero que me informa puntual del briefing cada día y de los rumores que corren por las carpas.

Ayer no dejaban salir a Modesto por llevar el faro roto y les cogimos un faro de una de las motos que tenían en la asistencia. Al principio no sabíamos de donde coño había sacado Fermotos el faro, y luego respiramos al saber que el origen era lícito. Fueron 10 minutos en el parque de trabajo angustiosos.

El parque de trabajo es un sitio que hay entre el parque cerrado y la salida para que hagas lo que sea necesario a la moto en 10 minutos. Está en silencio, con la banda muy concentrada. Ahí dimos unas cuantas voces.

Modesto tendrá que acabar reconociendo que aunque él es mejor que nosotros, el hecho de estar en nuestro equipo le ha salvado ese día de los Six Days, porque otro no se hubiese preocupado tanto por él. Seguro. Fermotos hasta se hizo dos ampollas corriendo por el padock con las botas.

 

 

EL tiempo es soleado y luminoso. Hoy se enlaza al revés el recorrido del primer y el segundo día con el del tercero y cuarto, para conseguir más de 200 kilómetros, en una sola vuelta.

Es el día en el que más nervios tengo, porque comprendo que podría ser posible que acabase. Que si no rompo ni tengo una caída fuerte podría conseguir culminar un sueño que al principio era imposible, luego implanteable, después improbable… Siento el miedo a la bola de partido de la final de Grand Slam; el miedo antes de chutar el penalti con empate en el tiempo de descuento de una final de un Mundial; el miedo a sacrificar la dama en la final del mundial de ajedrez contra Kasparov, cuando ya lo has visto, y estás casi seguro, pero no dejas de creer que algo se te escapa, y coges la pieza con imprecisión, tembloroso. Siento el miedo de la última pregunta del examen final de la carrera, cuando el profesor la empieza a dictar y antes de acabar dices: “me la sé”.

Ese miedo ancestral que te asusta pero también te pone alerta, para ganar nuestras finales de la vida; ese miedo a no estropearlo en el último instante, a no ser capaz de aguantar un poco más, cuando la gloria ya te sonríe.

Es difícil que entiendan esto los que desconocen este deporte. Para saber bien lo que se siente un quinto día de los ISDE en la salida creo que hay que haber estado en uno, por mucho que te lo cuenten.

Y ahí estoy yo, con todo rebotándome en la cabeza, con la boca seca. Con el éxito al alcance y con el desastre que tendrá mil oportunidades de aparecer.

Curiosamente, la mejor manera de gestionar esto es no pensándolo, no siendo consciente de la cercanía del logro y del riesgo paralelo de montarte uno de los desastres de tu vida. Estoy harto de ver cómo los que mejor resuelven los momentos de presión extrema son los que utilizan esa presión para el logro, y no se dejan corroer por ella.

“Yo no soporto la presión, yo la disfruto”. Me lo digo, me lo repito.

Pulso acelerado.

Sudores.

Ansiedad.

Bocanadas de aire.

Me lo digo y me lo repito pero no estoy muy seguro de creérmelo.

 

 

Con todo este lío mental me doy cuenta enseguida de que el día va a ser muy largo, y de que no voy fluido. Le he puesto tanta trascendencia al tema que dudo en cada decisión. Tardaré más de una hora en entrar en carrera, relajarme, y asumir que así es como me acerco mejor al objetivo.

Oiré ruidos extraños en la moto, y todos me alarmarán, como en las noches de la niñez en las que el pánico era el medio para que el propio pánico tomase forma, y sintieses que esa mano de debajo de la cama ya te estaba tocando, que los pasos del pasillo eran reales, y que ya estaba dentro de la habitación, que la respiración que sentías encima de tu cara en la negrura era nítida, densa…

El pánico a que la moto se rompa es real como esos terrores nocturnos.

No me falles ahora bonita, que nos queda bien poco…

No me falles…

No fallará.

 

 

La jornada se hará eterna; mentalmente iré descartando averías que me impidan acabar porque ya va quedando poco, y aunque me pase eso o lo otro, ya podré acabar.

Quedará tiempo aún para que a un piloto español, Casanova, se le pare la moto a 15 kilómetros de meta, lecciones de vida, que lograrán arrancar con la batería de otra moto después de darlo todo por perdido, más lecciones de vida. Y para que un piloto alemán trate de hacer el final de la extrema empujando a la moto y logre llegar al parque cerrado por los pelos. Y al día siguiente, que tampoco le arrancará la moto, tratará de hacer el motocross empujando también. Verlo salir corriendo por la recta de meta será uno de los momentos más épicos de una carrera jodidamente épica.

No sabíamos en realidad si era alemán o no, pero todo el mundo dijo que era alemán… Hacer algo así supongo que lo relacionamos con la historia de superación de la nación alemana.

Llegar al prefinish es un momentazo. En ese control están los comisarios de Valverde del Camino, la Catedral del Enduro, y en cada pasada me han dado ánimos y me han tratado de manera especial. Me felicitan al llegar. Me apetece abrazarlos, bailar con ellos, decirles lo agradecido que estoy por sus ánimos desde el primer día.

 

 

Cuando llego a la carpa pasa esto: 

 

 

 

Estad atentos a que a pesar de la alegría, no me doy muchas concesiones, porque aún tengo que preparar la moto para el último parque cerrado. El motocross es un trámite pero hay que cumplirlo.

 

 

Hay bastantes personas que me piden fotos. Caigo en que es sábado y que por eso hoy hay mucha más gente en el paddock. Hemos perdido la conciencia tradicional del tiempo: estábamos en el primer día, en el segundo, y cada día divido en fases: primera vuelta, tercera crono, etc. No sabía ni qué día de la semana era.

Cuando vuelvo caminando a la carpa me paran, me felicitan. Estoy exultante. Saludo a Gonzalo Rubio, un futuro corredor de ISDE, que ha esperado paciente a que yo llegase para verme.

Un par de padres me dicen que me haga una foto con sus hijos:

-          Torres, déjame que te haga una foto con mi hijo que le hace mucha ilusión…

Yo sé que es mentira, que el chaval no tiene ni puta idea de quién soy, que quien me conoce es el padre, y no por mi calidad como piloto, sino por lo que he escrito:

-          Tú eres Rafa Torres?

-          Sí, el Piloto!

-          No, no, el de las crónicas…

 

 

En cualquier caso, acepto solícito. Pienso que yo ahora agradecería mucho a mi padre que me hubiese conseguido una foto de niño con Miguel de Cervantes, por ejemplo, aunque yo a esa edad sin duda hubiese elegido hacérmela con Maradona…

 

 

Bueno, ya casi está.

 

 

Un día de esos que estás agradecido a la vida por ofrecer momentos tan intensos, aunque haya que trabajarlos tanto.

 

 

Sexto Día. Motocross.

 

 

 

Por fin. Sexto día y seguimos vivos. Quién lo iba a decir, eh?

Con mucha confusión con los horarios de salida, entramos por última vez al parque cerrado vestidos de piloto.

Mucho público. Muchas colas. Muchos trámites hasta que nos dan la salida.

Es incongruente vestirse con el mismo interés que el resto de los días: antes lo hacíamos para 8 horas, hoy para una. Es como un exceso de medios, un poco despropósito.

Para que no se levante polvo han regado a base de bien. Así solo tienen que hacerlo una vez, y podrán disputar sus mangas todos los pilotos que aún quedan en carrera. Yo entro en la tercera manga y eso es un barrizal infame. En las mesetas no es que no saltemos, es que no somos capaces ni de subir la rampa.

Madre mía.

Ya que lo dábamos por hecho, nos han puesto una última batalla.

Da igual ya tardar un par de minutos más o menos: en la medida de lo posible intentaré no hacerme daño y acabar con esto cuanto antes.

Busco los peraltes de las curvas, en los extremos del circuito, y al pasar cerca de la gente oigo que gritan mi nombre.

Me domino para no tratar de impresionar retorciendo el gas. Ahora ya no puedo poner en juego nada. Cuento las vueltas hasta que veo la bandera a cuadros.

La gente estira la mano en la valla para que se la choquemos.

Yo me acerco, les toco los dedos, les respondo.

Con la mano izquierda al aire, aun con el gas muy constante, la rueda de delante patina y tengo que sacar felino una vez más el pie izquierdo para no caerme. Zapatazo clásico.

No era mal final este: una caída saludando con la carrera acabada, y delante de todo el mundo. Muy mío.

Me río. Debería haberme dejado caer, y ser otra vez el que hubiese salido en los vídeos más vistos.

Joder, el puto Rafa Torres.

 

 

Abrazos de despedida.

Nos veremos en otra.

No nos olvidaremos.

Ya nada será lo mismo.

 

 

Hay una frase de Miguel Delibes en El Camino que dice: “Las cosas podrían haber sucedido de cualquier otra manera, y sin embargo sucedieron así”. Mi vida es una historia de lucha porque las cosas pasen como quiero, no de cualquier manera. A veces lo consigo, a veces no. Pero siempre lucho.

Os puedo asegurar que para que pase que yo acabe unos ISDE he luchado mucho, y al fin  ha pasado.

 

 

En el coche ya de vuelta a Madrid un dique en mi cerebro se rompe, las emociones me inundan y comienzo a llorar. Lloro recordando los tiempos en que mendigaba compañía para salir al monte porque yo era malo y los demás no querían que los retrasase; los tiempos del Lechón, el gran Lechón, y las primeras carreras, triste, abrumado, aterido, con frío por fuera y por dentro. La convivencia tan habitual con el dolor. Recuerdo tantas veces en las que me iba solo a Dios sabe dónde, con el principio de no renunciar a algo porque mi entorno no hiciera ese algo. Lloro por todo ese tiempo dedicado con el máximo interés, por el miedo que he pasado a fracasar, a crearme una obsesión ridícula, por el miedo a no haber sido capaz de resolver lo que me he impuesto, aunque los que lo hemos hecho sabemos que significa mucho más.

 

Lloro por el sacrificio de mi familia, de mi mujer, de mis hijos, sin los que nada en verdad tendría sentido.

 

Siento que por una vez el enduro me devuelve lo que le he dado.

 

Trabajando por un futuro de recuerdos maravillosos, me alegro de comprender un poco más la vida.

 

 

 

 

 

 

Dedicado a todos aquellos que quisieron correr esta carrera, pero que por las circunstancias que fueran no pudieron.

 

Editado por rtorres
  • Mola 7
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Uff, no puedo decirte mas que....

 

GRACIAS RAFA.

 

Estuve en los six days de voluntario y te saludé. Esperaba tu crónica con ansiedad, pero el párrafo último.....

hace 1 hora, rtorres dijo:

 

En el coche ya de vuelta a Madrid un dique en mi cerebro se rompe, las emociones me inundan y comienzo a llorar. Lloro recordando los tiempos en que mendigaba compañía para salir al monte porque yo era malo y los demás no querían que los retrasase; los tiempos del Lechón, el gran Lechón, y las primeras carreras, triste, abrumado, aterido, con frío por fuera y por dentro. La convivencia tan habitual con el dolor. Recuerdo tantas veces en las que me iba solo a Dios sabe dónde, con el principio de no renunciar a algo porque mi entorno no hiciera ese algo. Lloro por todo ese tiempo dedicado con el máximo interés, por el miedo que he pasado a fracasar, a crearme una obsesión ridícula, por el miedo a no haber sido capaz de resolver lo que me he impuesto, aunque los que lo hemos hecho sabemos que significa mucho más

...me ha llegado.

 

Enhorabuena, creo que después de terminar te has convertido en mejor persona

 

Ahh, y mi admiración para tu chica y tus hijos

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Enduro Navarro

Joder.... hace que no leía tanto desde que estudiaba en el colegio. Si llegas algún dia a escribir un libro me avisas porque la crónica que nos has puesto aqui es para darte mi mas sincera ENHORABUENA. Me has enganchado desde el primer parrafo hasta el último. Impresionante la experiencia que has vivido, los tienes bien puestos compañero. Un saludo desde Navarra!!:Emoji-1:

Editado por CristianCorella
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Gran relato. Un placer leerte. Me identifico mucho con lo que escribes y cómo lo escribes.

Ddesconozco si eres profesinal de la pluma pero te animo a que publiques lo que escribes.

un abrazo

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Mi admiración por lograr acabar (extendida a todos tus compañeros de aventura, lo consiguieran tb o no) y por como lo cuentas, lo he leído entero de un papo; parece que condividimos el problema de no tener en el entorno cercano a nadie que entienda ni comparta nuestra afición; así q doble felicitación por ello!

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rtorres , eres un grandisimo hijo de ....., una santa!!!

haces todo eso y encima escribes muy bien

quisiera ser como tú!!!!

no solo estoy emocionado por la crónica, si no conmocionado

jooodeeeerr!!!!!

qué rabia no ser amigo tuyo!

Editado por frenando
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