Hace un par de meses estrené mi nueva moto. Tengo un amigo que conoce muy bien esa moto y entre las recomendaciones que me hizo para prepararla y adaptarla a mis necesidades endureras, me sorprendió que me recomendase las estriberas pivotantes. La persona que me las recomendó lleva muchos años montando en moto, y tiene muy claro lo que le funciona y lo que no, y no suele recomendar nada que no haya probado y le haya convencido.
Desde hace algún tiempo venimos oyendo hablar de las estriberas pivotantes. En foros, en revistas, en internet, mucha gente habla de ellas. Los que las tienen no las quieren cambiar por nada. Los que no las tienen, no ven nada claro su utilidad. Lógicamente, es un producto de inicio te hace plantearte serias dudas. Básicamente, todas las motos llevan estriberas. Y realmente, la mayor parte de usuarios solo las cambiamos por dos motivos: uno, por que las hayamos roto, o dos, porque nos hayan gustado unas de cualquier marca del mercado auxiliar por estética, por que sean más anchas o por que creamos que son más fiables. Pero realmente no es habitual el plantearse el cambiar de estriberas con el objetivo final de mejorar nuestro manejo de la moto.
Hay que tener en cuenta una evidencia: que nuestro «interface» con la moto, nuestra conexión a través de la que damos instrucciones a nuestro vehículo, son nuestras manos y nuestros pies, que transmiten, no solo las ordenes que damos a los mandos de la moto, sino que se encargan de transmitir los necesarios cambios de peso y de posición para que la moto haga lo que nosotros queremos.
Lo que ofrecen sobre el papel las estriberas Pivot Pegz es una mejora en esa conexión. No solo son un gadget que estéticamente mola mucho (por que de verdad que son preciosas), y no solo son más anchas de lo habitual, sino que realmente, lo que ofrecen, es una mejora al usuario en su relación con la moto, una mejora en su conexión con el vehículo. ¿Cumplen con lo que prometen? Vamos a verlo.
ABRIENDO LA CAJA.
No nos vamos a engañar. Somos unos fanáticos de la moto de campo. Cualquier cosa que tenga relación con nuestras motos nos hace que el corazoncito nos empiece a latir un poco más rápido. Así que cuando el mensajero nos trajo la caja con nuestras estriberas, nos falto tiempo para abrir y empezar a cotillear lo que venía dentro.
La presentación de las estriberas, cuando las recibes, es impecable. Una bonita cajita, con toda la información impresa, y con espacio abierto para ver las estriberas. Es como abrir nuestro regalo de navidad por anticipado. En la caja vienen, las estriberas por supuesto, y unas completas instrucciones de montaje con unos gráficos muy detallados del despiece de las estriberas, y unas pegatinas. Una vez que las tenemos en la mano, la sensación es muy buena. Brillantes y con aspecto de tener una gran calidad, ya solo por la estética apetece montarlas en la moto. Son realmente impactantes, brillantes ycon los logos grabados en el metal. Pero no nos preocupa que sean bonitas (bueno si… ya os hemos comentado que somos unos frikis de las motos), lo que queremos saber es si realmente son útiles. Así que hay que empezar por montarlas.
INSTALACION.
Nos preocupaba que hubiese que realizar algún tipo de ajuste previo de las estriberas, en lo que se refiere a muelles, o al sistema pivotante. Para nada. Vienen perfectamente montadas y listas para proceder a instalarlas en la moto. Una vez que las tienes en la mano, lo primero que sorprende es la facilidad con la que pivotan. Nos imaginábamos, no sé muy bien porque, que el muelle que frena el movimiento giratorio sería muy duro, pero al contrario. El giro lo puedes hacer perfectamente con la mano. El movimiento es muy limpio y suave, y el límite de giro queda perfectamente claro, no siendo tan amplio como pensábamos, lo que nos quita un poco el miedo de la posible falta de estabilidad de algo que gira, y que para nosotros, siempre ha sido un elemento fijo.
Sacamos las estriberas antiguas y montamos las nuevas. El montaje lo realizamos en apenas media hora (y mas por nuestra facilidad para perder las herramientas cuando trabajamos con ellas que por otra cosa). El muelle que permite que las estriberas suban en caso de impacto no nos da problemas para la instalación, y todo queda ajustado a la perfección. Todavía no sabemos qué tal van a funcionar, pero por lo menos, la estética de la moto ha mejorado mucho.
Lógicamente, una vez montadas, me subo rápidamente en la moto con el caballete de taller puesto y en zapatillas de deporte. La sensación es…. rarísima. Las estriberas giran adelante y atrás, y se te hace realmente muy extraño tener ese movimiento. Me bajo de la moto, un poco preocupado, me pongo las botas de montar y me vuelvo a subir… y la cosa cambia completamente. Ya no hay sensación de desequilibrio, sino que el hecho de que la estribera te acompañe cuando balanceas el cuerpo adelante y atrás te da una extraña sensación de seguridad. Siempre estas pisando en plano, y no en el borde de la estribera. Curioso pero agradable. Veremos con la moto en marcha.
NOS VAMOS DE EXCURSION
Lo lógico hubiese sido irnos a un circuito o una crono y probar las estriberas poco a poco para ir acostumbrándonos. Como nunca hacemos nada de forma lógica, nos vamos de trialeras con la esperanza de que la adaptación a las nuevas estriberas sea rápida, y no nos toque sufrir más de lo necesario por estrenar un elemento nuevo en una excursión que se prevé de las duras.
Los primeros momentos son… sencillos. No notas nada raro. Si, las estriberas basculan. Pero no te sientes en ningún momento inseguro. Los primeros momentos te los pasas de pie, echando el cuerpo para adelante y para atrás para sentir el movimiento. La sensación es agradable, las estriberas te acompañan en el movimiento y siempre tienes los pies apoyados en una plataforma plana. El giro de la estribera llega justo al punto máximo de tus movimientos. Me imagino que le habrán dado un montón de vueltas para encontrar el ángulo exacto de giro máximo, y creo que realmente lo han encontrado. Las estriberas giran, y cuando llegas a tu máxima posición adelantada o atrasada (hablando siempre de ir de pie), llegan también las estriberas a su tope de giro. Muy buenas sensaciones iniciales.
En los típicos senderos entre zonas de arboles, en los que vas continuamente cambiando la posición en la moto, siempre de pie, las estriberas acompañan suavemente todos tus movimientos. La sensación es tan natural que a los pocos minutos te olvidas de que llevas los pies en algo distinto a lo que has llevado toda la vida.
En la típica bajada de esas en las que más parece que te estás tirando por un barranco inacabable, es probablemente el lugar en el que más me han gustado las estriberas. Vas de pie, pero con el culo casi metido en la aleta trasera, y con las piernas guiando la moto. En esa posición, el estar apoyado en una superficie plana, en lugar de en el borde trasero de una estribera, te da una gran sensación de seguridad. Cuando tienes que mover el pie derecho para ir utilizando el freno trasero, todo es mucho más suave de lo que estas acostumbrado. No tienes ese pequeño efecto «escalón» al bascular el pie para frenar, es decir, el pie no pasa de estar apoyado en el borde trasero de la estribera, a estar plano, a estar en el borde frontal. La estribera gira contigo. Es muy cómodo.
Subiendo, y entre rocas y trialeras variadas, notas continuamente esa sensación de que la estribera te «acompaña». Te vas moviendo sobre la moto, acompañando las irregularidades del terreno, subiendo, bajando y girando la moto, y las estriberas van siempre «planas» en las plantas de tus pies, haciendo tope de giro justo en el punto necesario.
Parece que la cosa funciona. Eso sí, no es un cambio radical. No es algo para potenciar la moto. No es algo que te vaya a convertir en un gran piloto cuando no lo eres. Es algo que te facilita la vida, que hace que tu conexión con la moto sea más «sencilla».
El único problema es que te acostumbras muy rápido. Y el segundo día ya ni te acuerdas de que llevas algo «distinto» en los pies. Después de varias excursiones, solo me acorde de mis estriberas cuando me toco el turno de probar la BMW 450 a la que le estábamos haciendo un test de los nuestros. La cogí, encare la primera bajada, y la primera sensación fue de incomodidad al notar el borde del reposapiés clavándose en la bota. las estriberas fijas se me hacían «raras». Me daba la sensación de que me iban «rompiendo» las suelas de las botas cada vez que me movía en la moto.
Como os he dicho, a todo lo bueno te acostumbras rápido. Y estamos ante unas muy buenas estriberas. Solo la calidad del acero utilizado, el extremadamente cuidado acabado, la garantía de por vida en los elementos principales de la estribera, y el ahorro en suelas de bota ya hace que valgan lo que cuestan. Además, de regalo, te hacen la vida más fácil encima de la moto. Un gran invento.
By Buds.
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